Se trata de una simulación clínica que recrea distintas situaciones en un hospital con mucha fidelidad.
Victoria empieza con en trabajo de parto. Suena el bip simétrico del electrocardiógrafo. Su marido la consuela y habla con la enferma que le pregunta cómo se va llamar el bebé. Ella se queja, está asustada. Las enfermeras la tranquilizan y le aplican sedantes. Comienza el parto y Victoria hace fuerza. Gime, grita, le duele. Con ella está la obstetra que la motiva y le dice que siga empujando. De a poco el bebé asoma hasta que sale completamente. Enseguida le hacen los estudios y lo limpian. Se lo entregan. Después la obstetra, con mucho cuidado, tira del cordón umbilical, que ya había cortado, y saca la placenta. Se la muestra Victoria, que por fin descansa con su bebé recién nacido.
En ese momento se escuchan los aplausos de los estudiantes de enfermería, que miraron con mucha atención el parto simulado. La escena fue tan real que hasta uno de los enfermeros que participó del falso nacimiento contó después que «sintió la adrenalina de uno real».
La simulación en el Instituto Nacional de Educación Técnica. Andrés D’elía.
Victoria es un biosimulador. Un muñeco de alta fidelidad que tiene pulso, latidos y presión sanguínea. Ella forma parte del Programa Nacional de Formación de Enfermería (Pronafe), que en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (Inet) montó un centro de práctica que revoluciona la carrera de enfermería.
En el parto simulado participaron varios médicos, que hicieron de ellos mismos en un nacimiento real, y una actriz que desde una cabina, con un micrófono, interpretaba la voz de Victoria, la cual salía por unos parlantes.
«La simulación es una metodología de enseñanza contextual, que posibilita la aplicación de conocimiento teórico al mismo tiempo que los estudiantes de enfermería desarrollan sus habilidades clínicas de razonamiento en ambientes que replican similarmente la práctica real y no presenta riesgo para los pacientes», explica a Clarín el doctor Gabriel Muntaabski, coordinador de Pronafe.
Los estudiantes presenciaron la mostración del simulacro. Andrés D’elía.
El problema antes era que los enfermeros debían realizar sus prácticas en los hospital y era un trámite bastante engorroso ya que nunca tenían contacto con el paciente y sólo podían mirar. «Acá la idea es que se equivocan y aprendan», agrega Muntaabski, quien asegura que este método ya se usa en Estados Unidos y en distintos países de Europa.
«Fue una experiencia muy linda presenciar esta simulación porque por fin vemos cómo es trabajar en equipo», dijo Cintia, que está en tercer año de enfermería. Su compañera Carmen coincidió y agregó: «Aprender de esta forma nos va dar más seguridad cuando tengamos que enfrentar una situación real».
El Profane también está construyendo tres salas de simulación de alta fidelidad que recrean con exactitud la de un hospital real y que estarían listas a fin de año. «Aquí los estudiantes van a realizar las prácticas, donde van a tener distintas situación. Un parto, un infarto y un chico con problemas respiratorio. Esto además se filma y se lo muestra a los alumnos para que analicen en qué estuvieron bien y en qué se equivocaron». agrega el titular del programa.
La obstetra durante el parto simulado. Andrés D’elía.
También crearon un aula móvil de simulación clínica de enfermería que va recorrer el país para que estas nuevas prácticas lleguen a instituciones que no tiene la posibilidad de trasladar a sus alumnos, docentes o enfermeros a la Capital.
Todo esto forma parte de un plan para cubrir los 50.000 enfermeros que faltan en el sistema de salud. Para ella ahora la carrera es de tres años. Lanzaron un sistema de becas estudiantes para estimular las inscripciones y además distribuyeron 14.000 mochilas con instrumento técnicos que ayudan a los alumnos a realizar las prácticas.