‘Va a ser peor en los próximos años porque solo un 11% son licenciados con la carrera completa’, destacó Dolores Latugaye, directora de la carrera de Licenciatura en Enfermería de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral
En la Argentina hay solo 3,8 enfermeros cada 10 mil habitantes, sin embargo, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es necesario que sean, al menos, 4 cada 10.000. Un dato alarmante si se tiene en cuenta que «va a ser peor en los próximos años porque de los profesionales que están en edad activa, solo un 11% son licenciados con la carrera completa«, aseguró Dolores Latugaye, directora de la carrera de Licenciatura en Enfermería de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, a El Intransigente.
«Argentina necesita más profesionales de enfermería para cubrir la enorme demanda que tiene nuestro sistema de salud, pero de acuerdo con las metas regionales y globales de formación de los recursos humanos en salud, necesita profesionales cada vez mejor cualificados dada la complejidad del sistema sanitario actual», destacó Latugaye y añadió: «por eso este programa de formación es una iniciativa porque de algún modo busca intentar palear un problema que es la escasez, pero considero que este programa no es suficiente».
La directora de la carrera en la Universidad Austral se refiere al «Programa Nacional de Formación de Enfermería», una iniciativa impulsada, en agosto del año pasado, por el gobierno de Mauricio Macri. El objetivo de esta medida era «aumentar el número de postulantes a las carreras de enfermería y a mejorar las tasas de graduación a partir de un trabajo conjunto entre los Ministerios de Salud y de Educación para impulsar distintas medidas de apoyo y estímulo a esta tecnicatura», según habían afirmado en el momento de su lanzamiento.
Sin embargo, para la especialista «hay varias cosas. Por un lado, está el tema en la escasez de enfermeros, que no es un problema específicamente de nuestro país, este es un problema mundial. La Organización Mundial de la Salud divide al mundo en seis regiones, la región de Europa tiene los mejores, las mejores proporciones entre enfermeros y número de habitantes. Eso se da, sobre todo en los países, como Noruega, Finlandia que tiene más de 100 profesionales por cada 10000 habitantes».
Y, en ese sentido, añadió: «Nosotros estamos muy distintos en América del Norte, en América Central y América del Sur. O sea, las proporciones, en la región de América, son bastante heterogéneas y las peores son en América central y América del Sur, porque en países como Haití tiene 2 enfermeras cada 10000 habitantes. Nosotros también estamos en cifras bastante bajas, incluso similares a países de África».
Según afirmó Latugaye a El Intransigente, el programa impulsado por el Estado «es una solución a corto plazo, pero no alcanza para intentar garantizarle a la población una atención de calidad, porque me parece que cuanto más formado esté la persona, mejor calidad va a poder brindar. Entonces, es una buena solución, pero es parcial» y añadió: «No podemos considerar que es una solución definitiva porque sino estaríamos pensando que lo mejor que le puede pasar al paciente es tener una persona que lo cuide con un título intermedio, y si eso no se concebiría en ninguna profesión, por qué podemos concebirlo en la profesión de enfermería».
«No podemos conformarnos con profesionales con título intermedio, tenemos que buscar, como país, tener profesionales que sean competentes y para eso tenemos que lograr que todos los enfermeros finalicen su carrera de grado» y recalcó: » Es un proyecto bueno, pero para mí no es suficiente». «Nuestro país necesita contar con enfermeros que tengan este perfil profesional, no como punto de llegada sino como punto de partida para contribuir a una mejora de la calidad de nuestro sistema de salud y, por consiguiente, a una mejora de la calidad de atención para toda la población».
En tanto, ante la consulta de El Intransigente sobre las causas de esta situación en el país, Latugaye aseveró: «Son muchos factores. Creo que para los jóvenes no resulta una profesión atractiva porque no deja de ser una profesión que supone mucha entrega, mucho sacrificio, y con una satisfacción enorme. Pero la gente al mismo tiempo tiene que vivir y el salario es demasiado corto. La gente tiene que ir a trabajar a dos lugares para intentar tener un sueldo mínimamente digno».
En ese sentido, agregó que «no solo es una vocación, sino que es una profesión como tantas otras, porque no solamente hay que tener buena voluntad y solidaridad y entrega al prójimo, hay que tener los conocimientos necesarios e incluso adelantarse, prevenís complicaciones, reconocer signos de alarma en el paciente. Uno tiene que estar tan atento como cualquier profesional en su trabajo».
Por otro lado, advirtió que los estudiantes deberían «empezar a trabajar cuando terminaste tu carrera de grado. Lo que pasa es que la escasez y la demanda hicieron que pongamos soluciones parciales. En nueve meses que empiece a hacer algo, que ayude y es mano de obra barata, pero no nos podemos conformar con eso. Entonces ese es el problema más grave que no se resuelve generando soluciones parciales como este programa. Tenemos que buscar garantizarle a la población una atención de calidad, y eso se logra, como primer punto de partida, con una carrera profesional de grado finalizada».
Y añadió que existe «un problema de fondo», ya que «a veces la enfermería no termina ser concebida como una profesión. Entonces, no es una carrera, sino que es un curso, y empiezan las confusiones y la necesidad de querer satisfacer una demanda que es cada vez más real. La del sistema sanitario». Incluso, advirtió que uno de los inconvenientes es el nivel de abandono en la carrera, «Nosotros entre el primero y el segundo año, tenemos un desgranamiento alto, porque son casi el 30 o el 40% de los alumnos que no sigue, se retrasa o tiene que recusar materias».
Para finalizar, ante el interrogante de El Intransigente por la tasa de graduación, Latugaye afirmó que en la Universidad Austral entre el » 60% o 70% se gradúa en tiempo y forma», un número que se puede llegar a reducir, ya que «es una carrera cara de sostener por las instituciones, porque hay que tener una estructura grande. Hay que tener lugares para tener experiencia práctica, hay que tener una relación profesor alumno».