En la jornada organizada por la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud (EICS) y el Colegio de Enfermería de Orense se ha puesto de manifiesto que el principal riesgo de los profesionales sanitarios y, específicamente, de las enfermeras, son las agresiones de las que pueden ser víctimas por parte de sus propios pacientes o familiares. Así lo considera la Agencia Europea de la Seguridad y la Salud en el Ámbito Laboral y así lo ha señalado el magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, César Tolosa Tribiño.
Pilar Fernández, directora de la EICS, resaltó en el acto inaugural, “las agresiones a profesionales sanitarios no son un tema menor. Las cifras no dejan de crecer y los enfermeros somos los profesionales sanitarios que sufrimos un mayor número de agresiones. De hecho, los datos ponen de manifiesto que uno de cada tres enfermeros ha sido víctima de una agresión física en el último año y casi el 70 % de una agresión verbal”. Para Pilar Fernández, es preciso actuar de manera contundente y es que, como ha explicado, “nuestra cercanía con los pacientes quizás nos haga más vulnerables, pero esta situación de vulnerabilidad debe cambiar, debemos tomar las medidas necesarias para revertir esta tendencia y erradicar el problema sin perder un ápice de profesionalidad y excelencia en el cuidado de nuestros pacientes”.
Denunciar
Entre los retos por delante para atajar esta situación se encuentra el de denunciar las agresiones y es que, actualmente, 8 de cada 10 agredidos no lo hace. Las consecuencias de no hacerlo son, por ejemplo, la impunidad que siente el agresor. En este sentido, Rosendo Luis Fernández, vicepresidente primero de la Diputación de Orense, ha sido tajante: “si el paciente agresivo sabe que no va a ser denunciado, tiene vía libre para agredir y sabemos que la mayoría de las víctimas no denuncia”. Además, ha subrayado, hay que tener en cuenta que “hay un antes y un después de la agresión, se necesita mucho tiempo e incluso tratamiento psicológico para que se restablezca la relación entre el profesional y sus pacientes”.
Más allá del perjuicio para el profesional agredido, añadía César Tolosa, “las agresiones afectan al propio sistema sanitario. Tras la agresión, el profesional no quiere volver a atender a ese paciente y si lo vuelve a atender puede suceder que acceda a lo que le exige su paciente, lo que supone un tratamiento diferencial. Es importante que se tomen medidas para que el profesional agredido no tenga que seguir atendiendo a su agresor”.
Avances y retos
Entre los logros que se han dado en los últimos años frente a las agresiones, el magistrado del Supremo ha hecho hincapié en el hecho de que la agresión al profesional sanitario, que supone el 25 % de las agresiones en el ámbito laboral, sea considerada como atentado a un funcionario público. Esto conlleva una pena superior con respecto a lo que sucedía antes, cuando la agresión se enmarcaba en el ámbito de la violencia entre particulares y se recurría a sanciones que, ante la declaración de insolvencia del agresor, a menudo, quedaban en nada. “En el caso de atentado, se considera siempre grave y conlleva pena privativa de libertad, es decir, cárcel”, ha explicado.
Para César Tolosa debería irse más allá y elevar la consideración de los profesionales sanitarios a la de autoridad, lo que incrementaría aún más la pena y, por ende, la protección. Algunas Comunidades Autónomas, como Madrid o Extremadura, ya han dado incluso los primeros pasos en este sentido.
Los profesionales que trabajan en la sanidad privada son también “otra asignatura pendiente cuando hablamos de agresiones”, ha reivindicado el magistrado, pues actualmente no tienen la consideración de funcionario público y, por tanto, están más desprotegidos.
Acoso: ‘síndrome de la rana hervida’
Al acoso en enfermería se ha referido Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga forense. En primer lugar, al acoso sexual que, ha explicado, ante la negativa de la víctima suele derivar en acoso laboral. La psicóloga, además, ha sido tajante en cuanto al acoso sexual de las enfermeras y es que, en su opinión, “la profesión de enfermería está muy sexualizada por la cultura del porno y eso potencia el acoso sexual por parte de personal y usuarios”.
Con respecto al acoso laboral, ha explicado que puede darse por parte de un superior a un trabajador, por parte de un grupo de trabajadores hacia un superior o entre iguales. En todos esos casos, el acoso se caracteriza porque se da de forma continuada y no se exterioriza, solo lo perciben el agresor o agresores y la víctima que, muchas veces, ni tan siquiera es consciente de que está siendo víctima de acoso. A estas situaciones, ha apuntado, “las denominamos como síndrome de la ‘rana hervida’, es decir, si metemos una rana en agua hirviendo, va a saltar, pero si la metemos en agua a fuego lento se va cociendo poco a poco. Eso es mobbing y las consecuencias, psíquicas y físicas, pueden ser muy graves. Cuando la situación se prolonga en el tiempo, suele derivar en una baja laboral por motivos psicológicos. Si esto se produce, ya estamos llegando tarde. Ante una situación de acoso, deben activarse los protocolos correspondientes en el centro de trabajo y todos los profesionales deben saber cómo hacerlo”.
Visibilizar el acoso
Para la presidenta del Colegio de Enfermería de Ourense, Ascensión Pérez Sampayo, “esta era una jornada necesaria” debido al gran incremento de agresiones que se sabe se están produciendo, aunque muchas no lleguen a denunciarse. En el caso del acoso, además, ha reconocido, “es un tema del que cuesta mucho hablar y desgraciadamente afecta a muchas enfermeras que durante mucho tiempo son víctimas. A este encuentro, han acudido algunas de ellas, enfermeras que han sufrido acoso laboral y que nunca se han atrevido a denunciarlo. Queremos ayudar a estas profesionales a salir de esta situación que supone un grave deterioro físico y psíquico que puede prolongarse durante años”.
Por su parte, el alcalde de Ourense, Jesús Vázquez, ha hecho hincapié en que “no vale cualquiera para desempeñar el trabajo que día a día realizan las enfermeras y no podemos permitir que esto se ponga en riesgo. Debemos pensar qué es lo que está pasando en nuestra sociedad cuando vemos que la violencia se está incrementando tanto en este como en otros ámbitos como el escolar, el familiar… y jornadas como esta nos ayudan a reflexionar y visibilizar el problema”.