Mantener la distancia social no basta para no contagiarse con el coronavirus
Ya han pasado diez meses desde que la horrible pandemia de COVID-19 comenzó a extenderse por el mundo pero todavía hay muchos interrogantes sobre aspectos fundamentales del virus, como cuánto dura la inmunidad tras la infección o cómo se transmite. En relación con esto último, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue apuntando a la transmisión por gotículas o grandes gotas, partículas disparadas por la tos, los estornudos o el habla, que chocan contra las mucosas y transmiten la enfermedad, así como el contacto con superficies contaminadas, como principales vías de transmisión. Sin embargo, desde hace meses cientos de científicos han estado avisando de que los aerosoles, partículas más pequeñas y con mayor alcance, están detrás de muchos de los contagios cuando son inhaladas.
Un estudio realizado por científicos del Centro Médico de la Universidad Erasmus, en Rotterdam, Holanda, ha demostrado que el virus SARS-CoV-2 tiene capacidad de infectar después de viajar por el aire y de superar una distancia de un metro. Los científicos han diseñado un experimento en el que han observado cómo hurones infectados pueden transmitir la enfermedad a animales sanos situados más arriba, a través de un conducto curvado por el que circula una corriente de aire.«Aunque los experimentos no discriminan entre transmisión por pequeños aerosoles, grandes gotas o fómites, estos resultados demuestran que el SARS-CoV-2 sigue siendo infectivo mientras viaja por el aire», han explicado los autores, encabezados por Jasmin S. Kutter, en un estudio todavía no revisado por pares y no publicado en una revista científica, cuyo texto completo adjuntamos. Conviene tener en cuenta que esta capacidad de conservar su poder infectivo es uno de los puntos fundamentales para determinar si el coronavirus puede transmitirse por aerosoles o no.
Transmisión a través de una corriente
En esta ocasión, los investigadores conectaron dos jaulas por medio de un tubo y pusieron a prueba la transmisión del virus de la gripe A (H1N1), el SARS-CoV-1 ( causante de una epidemia en 2002) y del SARS-CoV-2. Una corriente de aire, con un flujo de 100 litros por minuto, conectó ambas jaulas tras recorrer una distancia de 118 centímetros.
De esta forma, confirmaron la transmisión del virus de la gripe a cuatro hurones, mientras que el SARS-CoV-2 se transmitió a dos de cuatro animales y el SARS-CoV-1 a cuatro de cuatro animales.
Por tanto, los autores han destacado que en el estudio se demuestra que los dos coronavirus se transmiten por el aire a un metro de distancia, por primera vez. Según han dicho, sus resultados también subrayan que los hurones y las instalaciones empleadas son un modelo adecuado para estudiar la transmisión de la enfermedad. Sin embargo, han alertado de que sus evidencias son cualitativas y no cuantitativas (puesto que, por ejemplo, no relacionan la cantidad de virus con el poder de contagio) y que no responden a todos los interrogantes.
El problema de saber cómo se transmite
Hasta el momento, se han obtenido evidencias inciertas de transmisión aérea de la COVID-19 en iglesias, asilos, cruceros, restaurantes, coros o autobuses. En otro estudio, se aisló a virus infectivos a 4,8 metros de pacientes infectados, y un reciente informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) concluyó que el virus es persistente y estable en el aire de 20 minutos a cuatro horas en aire estancado.
A pesar de todo: «El debate sobre el potencial papel de aerosoles y partículas grandes en la transmisión del SARS-CoV-2 por el aire sigue abierto», han recordado los autores.
Sin embargo, en opinión de José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado, éste es otro estudio que confirma la transmisión por aerosoles del virus, en hurones, puesto que, «es imposible que ninguna gotícula pueda subir por ese conducto y girar e esa forma».
La importancia del súpercontagio
Al margen de eso, los autores del estudio han recordado que existen evidencias que apuntan a que los eventos de supercontagio, en los que una o unas pocas personas transmiten el virus a decenas de individuos, tienen un papel fundamental en la epidemia, pero que no se conoce cuál es la ruta de transmisión implicada a lo largo de los mismos.
No obstante, otros investigadores subrayan que es muy inverosímil relacionar los supercontagios con otras formas de transmisión que no sean los aerosoles.
Es el caso del epidemiólogo Eric Feigl-Ding: «El clásico estudio de un brote en un coro (…) en el que una persona contagió el virus al 87% de las personas en la habitación. Solo una o dos personas estuvieron dentro de un radio de dos metros, y solo hubo pausas de 10 minutos en los que esa persona (el contagiador) necesitaría haber escupido a 50 individuos. Por tanto, fue (contagio) a través de aerosoles».
Además de eso, hay estudios que muestran casos de contagio en restaurantes y autobuses a distancia de una persona infectada, lo que señala en la dirección de que los aerosoles transmiten la enfermedad. De hecho, recientemente un grupo de científicos encabezados por Kimberly Prather publicó una carta en «Science» en la que decían que las evidencias de transmisión por aerosoles eran abrumadoras.
¿Qué diferencia hay entre aerosoles y gotículas?
La diferencia fundamental entre el modo de transmisión reconocido por la OMS, relacionado con gotículas y fómites, y los otros expertos, es que conlleva adoptar unas recomendaciones u otras para frenar al virus.
La OMS hace hincapié en la transmisión del virus que ocurre a corta distancia, a través de gotículas o partículas balísticas, grandes esferas de saliva y moco, cargadas de virus, que se expulsan al toser y estornudar como auténticos proyectiles y que pueden infectar a otras personas si impactan contra su boca o sus ojos. Ésto no se considera como transmisión aéra e implica a que se considere fundamental mantener la distancia y usar la mascarilla para evitar el contagio.
Por otra parte, los partidarios de la trasmisión aérea, presentan evidencias de que el virus se contagia también a través de partículas de menor tamaño que se comportan como aerosoles. Los aerosoles, a diferencia de las gotículas, no se lanzan como proyectiles, sino que se liberan al hablar, respirar, toser y estornudar, y quedan flotando en el entorno. Transmitirían el virus, por tanto, al ser inhaladas, no por impacto. Por eso, en este caso gana peso la necesidad de ventilar espacios cerrados y de evitarlos en la medida de lo posible, si bien el uso de mascarilla, bien ajustada, sigue siendo esencial para no expulsar ni inhalar aerosoles.
Al margen de esta polémica, existe consenso acerca de la importancia de usar mascarillas para evitar contagiarse y reducir la mortalidad. Además, tanto los CDCs de Estados Unidos como los europeos ya reconocen que parte de la transmisión del SARS-CoV-2 ocurre por medio de aerosoles. Recientemente los CDCs de EE.UU. cambiaron sus recomendaciones y extendieron el uso de mascarillas a todos los medios de transporte para contener al virus.
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