LAS VACUNAS CONTRA LA COVID-19 Y EL VIH.

¿Resultan seguras las vacunas contra la COVID-19 para las personas que viven con el VIH?

Las vacunas contra la COVID-19 que se están desarrollando o que ya han sido aprobadas por los distintos organismos reguladores se consideran seguras para la mayoría de la población, incluyéndose aquí las personas que viven con el VIH

Antes de su distribución en los distintos países, los organismos reguladores nacionales se encargan de revisar los datos de que se dispone y de garantizar que sean seguras. Hasta ahora no hay ninguna prueba que haga pensar que las personas que viven con el VIH corran más riesgos al recibir la vacuna contra la COVID-19 que el resto de la gente.

Las vacunas incluyen parte del material genético del SARS-CoV-2 (el virus que causa la enfermedad de la COVID-19), el cual estimula nuestros sistemas inmunitarios para generar anticuerpos contra la proteína de espiga que el virus SARS-CoV-2 utiliza para acoplarse a las células humanas. Ninguna de las vacunas en las que se está trabajando ni las ya aprobadas por los organismos reguladores utilizan vacunas vivas, por lo que deberían ser igualmente seguras para aquellas personas cuyos sistemas inmunitarios están dañados, como quienes viven con el VIH y aún no han logrado suprimir su carga viral.

En algunos de los ensayos para las vacunas participaron personas procedentes de países en los que el VIH está muy presente, como Sudáfrica, por lo que en ellos también se habrá incluido a un determinado número de personas que viven con el VIH. Sin embargo, también hubo ensayos para los que se excluyó a seropositivos como medida de prevención.

Del mismo modo que sucede con todas las vacunas, algunas de las personas que ya han sido vacunadas contra la COVID-19 presentaron reacciones adversas leves los días siguientes, habitualmente dolor en el brazo. No obstante, también se ha descrito algún caso de malestar general o fiebres bajas. Un grupo muy reducido de personas ha experimentado algún tipo de reacción alérgica importante, la cual no entrañó complicaciones y se pudo gestionar dejando a la persona alrededor de unos 15-30 minutos en observación tras la administración de la vacuna. No hay motivo alguno para pensar que estas reacciones moderadas o más serias pudieran revestir más gravedad en el caso de las personas seropositivas.

Los efectos secundarios realmente graves de la vacuna son tan infrecuentes que no se pudo detectar ninguno entre las primeras personas que fueron vacunadas. Pese a ello, se han establecido sistemas de vigilancia para garantizar que estos poco probables, pero graves, efectos adversos se comuniquen a las autoridades públicas sanitarias y a los laboratorios farmacéuticos responsables de las vacunas.

¿Deberían vacunarse contra la COVID-19 las personas que viven con el VIH?

A las personas seropositivas, las vacunas contra la COVID-19 les aportan los mismos beneficios que al resto de los individuos y comunidades.

Por un lado, ayudan a prevenir los casos graves de infección por el virus SARS-CoV-2 y, por otro, reducen potencialmente la transmisión del SARS-CoV-2. A pesar de todo, hasta que los niveles del virus no hayan caído a cifras muy bajas entre la población, todo el mundo debería seguir adoptando las medidas de prevención contra el virus SARS-CoV-2 (distanciamiento físico, lavado de manos frecuente y uso de mascarilla) aún después de haber recibido la vacuna.Las personas que viven con el VIH deberían seguir adheridas a una terapia antirretroviral eficaz, la cual no solo preserva la salud, sino que, además, evita la transmisión del VIH.

Fuente : en ingles https://www.unaids.org/

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