5 noticias que no fueron noticia en 2018

En 2018, mientras los conflictos más mediáticos dominaron la cobertura de temas internacionales, numerosas crisis humanitarias quedaron ignoradas o rara vez estuvieron en el foco de atención.

Médicos Sin Fronteras (MSF) trabajó a lo largo del año en muchas de las crisis humanitarias que quedaron ignoradas en 2018, para brindar asistencia médica a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias y enfermedades olvidadas.

Las necesidades humanitarias de la minoría étnica rohingya tras su masivo éxodo a Bangladesh, las heridas que aún sigue abriendo el prolongado conflicto en Yemen, la salud mental de los refugiados varados indefinidamente en la isla de Nauru, o el brote de Ébola en la República Democrática del Congo son algunas de las crisis que parecen haber pasado por debajo del radar el último año.

Además, MSF continuó trabajando para un mejor acceso y tratamiento de enfermedades olvidadas como la tuberculosis y la enfermedad del sueño, para las que aparecieron nuevos fármacos este año pero que aún debe asegurarse que lleguen a quienes más los necesitan.

Cinco noticias que no fueron noticia en 2018:

1. Nauru: una prisión al aire libre para migrantes y refugiados

La política de Australia de reclusión indefinida fuera de sus costas está causando un sufrimiento extremo y un terrible impacto en la salud mental de los refugiados y solicitantes de asilo en la isla de Nauru.

La situación de salud mental de los refugiados en el pequeño país de Oceanía es más que desesperante: niños de tan solo nueve años le han dicho a profesionales de Médicos Sin Fronteras (MSF) que preferirían morir antes que vivir en un estado de desesperanza en la isla.

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Isla de Nauru donde habitan refugiados y solicitantes de asilo

La República de Nauru mide 21 kilómetros cuadrados y tiene una población de unos 13.000 habitantes © MSF

Desde 2013, la política de externalización de fronteras australiana supone que quienes llegan a sus costas por mar tienen que tramitar sus solicitudes fuera del país. 

Australia le paga a Nauru para que albergue a estas personas. Pero tras años confinados en la isla, la esperanza de un futuro en libertad se desvanece y la salud mental se deteriora rápidamente. 

En noviembre de 2017, MSF comenzó a proporcionar servicios psicológicos y psiquiátricos gratuitos a los refugiados, solicitantes de asilo y a la población local. El 5 de octubre de 2018, el Gobierno de Nauru informó a MSF que sus servicios «ya no eran necesarios» y que debía suspender las actividades en 24 horas.

Casi todos los 900 solicitantes de asilo y refugiados en Nauru, incluidos 115 niños, han estado en la isla durante más de cinco años sin un proceso claro ni posibilidad de reasentamiento permanente.

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Refugiados y solicitantes de asilo en la isla de Nauru

Una psiquiatra de MSF conversa con un grupo de pacientes en Nauru. Los refugiados viven en un círculo vicioso de profunda desesperación y muchos han perdido la voluntad de vivir © MSF

«Nuestros pacientes a menudo describen su situación como mucho peor que estar en prisión porque en la cárcel al menos saben cuándo pueden salir», explica la Dra. Beth O’Connor, psiquiatra de MSF.

El 60% de los pacientes refugiados y solicitantes de asilo atendidos por MSF tuvo pensamientos suicidas y el 30% hizo el intento. El gobierno australiano debe poner fin de inmediato al confinamiento de solicitantes de asilo y refugiados en altamar.

2. Crisis rohingya: de la violencia a la desesperanza

El 25 de agosto de 2017 se inició un éxodo masivo y forzoso en el que más de 700.000 rohingyas llegaron a Bangladesh huyendo de la persecución y la violencia que sufrían en Myanmar. En apenas un mes, al menos 9.000 rohingyas murieron en el Estado de Rakhine, según relevó Médicos Sin Fronteras (MSF) a través de encuestas realizadas en los asentamientos. Se calcula que al menos 6.700 rohingyas fueron asesinados según en las estimaciones más conservadoras. De ellos, al menos 730 eran niños menores de cinco años.

Desde entonces, el campo de refugiados de Kutupalong-Balukhali se convirtió en el más grande del mundo. Allí, cientos de miles de personas viven hacinados y tienen muy poco acceso a agua potable, letrinas y lugares donde asearse. Además, no disponen de oportunidades para acceder a la educación, a un trabajo o a atención médica.

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Campo de refugiados más grande del mundo en Bangladesh

Vista del inmenso campo de Kutupalong-Balukhali, en el sureste del país © Pablo Tosco/Angular

Por otro lado, la negación de su estatus legal y la falta de estructuras y servicios que puedan funcionar a medio o largo plazo, continúa atrapando a los refugiados en un ciclo interminable de sufrimiento que afecta a su salud tanto física como mental.

Los principales problemas médicos que MSF atiende están asociados a las malas condiciones de vida: diarreas, infecciones respiratorias, problemas en la piel. Los equipos de MSF también proporcionan atención en salud mental, no sólo para tratar las consecuencias del trauma sufrido en Myanmar, sino también la incertidumbre acerca del futuro, la falta de libertad para tomar decisiones y las condiciones de vida en los campos.

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Refugiados rohingya en Bangladesh

Abril 2018, Cox’s Bazar, Bangladesh: Rozia y Zubair, su hijo de dos meses, en el hospital de MSF en Goyalmara. Muchos de los niños que llegaron al hospital habían contraído infecciones a raíz de partos en condiciones poco higiénicas y las insalubres condiciones de vida en el campo durante sus primeros días de vida © Pablo Tosco/Angular

Ante esta situación, MSF denuncia que se deben encontrar soluciones más duraderas para responder a lo que probablemente sea un período prolongado de desplazamiento masivo. 

3. Yemen: la guerra ha devastado la vida de miles de personas

Tras cuatro años de conflicto, el pueblo yemení sigue sufriendo: necesita asistencia humanitaria adecuada e independiente que incluya apoyo alimenticio y nutricional, servicios de agua y saneamiento, y la rehabilitación de las instalaciones sanitarias.

Gran parte de las infraestructuras públicas, incluidos los centros de salud, fueron destruidas. Desde marzo de 2015, todas las partes en conflicto en Yemen han atacado a civiles, personal médico e instalaciones de salud. Los hospitales de Médicos Sin Fronteras (MSF) han sido golpeados en cinco oportunidades por ataques aéreos de la Coalición liderada por Arabia Saudí (SLC, por sus siglas en inglés).

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Hombres y niños hacen cola para recibir combustible en Yemen

Hombres y niños hacen la cola para rellenar sus depósitos de combustible. El acceso a los bienes de primera necesidad es extremadamente limitado en Yemen a raíz del conflicto. Foto tomada en Ad Dali, Yemen, en 2018 © Matteo Bastianelli

Las restricciones a las importaciones a causa del bloqueo impuesto por la SLC, sumadas a la inflación, afectaron gravemente la atención médica disponible y otros servicios esenciales. Además, muchos de los trabajadores sanitarios del país llevan sin cobrar desde agosto de 2016 y, en consecuencia, tuvieron que dejar sus trabajos para buscar otras fuentes de ingresos.

La sucesión de estos factores condujo al colapso del sistema de salud y a brotes de enfermedades como el cólera y la difteria. Incluso en los periodos durante los que los centros médicos están en funcionamiento, la mayoría de la gente ya no puede permitirse lo que cuesta el transporte. Esto significa que no pueden buscar atención médica cuando la necesitan y que afecciones muy fáciles de curar se convierten en enfermedades letales.

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Centro de tratamiento de cólera en Yemen

Un equipo médico de MSF trabaja junto con el personal del Ministerio de Salud en el centro de tratamiento del cólera en el hospital Al-Sadaqa en Adén. Junio de 2017 © Malak Shaher/MSF

MSF trabaja en 12 hospitales y centros de salud en todo el país y brinda apoyo a más de 20 hospitales o centros de salud en 11 gobernaciones: Abyan, Aden, Amran, Hajjah, Hodeidah, Ibb, Lahj, Saada, Sana’a, Shabwah y Taiz.

4. Ébola en República Democrática del Congo

El 1 de agosto de 2018, se declaró el décimo brote de Ébola en la provincia de Kivu del Norte, en República Democrática del Congo. Casi cinco meses después, se convirtió en la mayor y más grave epidemia en la historia del país desde que se descubrió el virus en 1976, cerca del río Ébola, en una región que en aquel entonces se llamaba ‘Zaire’. Con casi 500 casos confirmados y más de 250 muertes, el brote aún no está bajo control en ciudades como Beni (400 mil personas) y Butembo (1 millón de personas). Particularmente en Butembo y sus alrededores se ha visto un notable aumento de nuevos casos en las últimas semanas.

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Epidemia de Ébola en República Democrática del Congo

Esta es la décima y más grave epidemia de Ébola en la República Democrática del Congo desde que se descubrió el virus en 1976, cerca del río Ébola, en una región que en aquel entonces se llamaba ‘Zaire’ © John Wessels

Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) continúan fortaleciendo sus esfuerzos para ayudar a controlar la epidemia. Han estado interviniendo en Kivu Norte y en la provincia vecina de Ituri. MSF gestiona centros de tratamiento de Ébola en las ciudades de Mangina, Butembo y Tchomia; un centro de aislamiento en Bunia; y un centro de tránsito en Beni. MSF también realiza actividades de control, prevención y sensibilización en los centros de salud y entre las comunidades afectadas.

5. Enfermedades olvidadas: la lucha por un mejor tratamiento

Millones de personas alrededor del mundo aguardan por tratamientos más eficaces y segurospara enfermedades olvidadas como la tuberculosis o la enfermedad del sueño. La aparición este año de nuevos fármacos orales trajo esperanza y expectativa, pero aún falta asegurar el acceso a quienes más los necesitan.

Enfermedad del sueño: un pequeño (gran) avance

La enfermedad del sueño, o tripanosomiasis africana humana (TAH), es transmitida por la picadura de la mosca tse-tsé y suele ser fatal sin tratamiento. Alrededor de 65 millones de personas en África subsahariana corren el riesgo de contraerla.

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Enfermedad del sueño en República Democrática del Congo

Un equipo de diagnóstico móvil de MSF cruza un río en Gumba, República Democrática del Congo © Barrie Rooney/MSF

En diciembre de 2018, el Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea de Medicamentos adoptó una opinión positiva acerca del fexinidazol, el primer tratamiento exclusivamente oral que ha demostrado ser eficaz en ambas fases de la enfermedad del sueño.

El fexinidazol es indicado como un tratamiento de 10 días, con una dosis diaria, tanto para la fase inicial de la enfermedad como para la segunda fase, cuando los parásitos cruzan la barrera hematoencefálica y provocan síntomas neuropsiquiátricos y una alteración de los patrones del sueño que da nombre a la enfermedad.

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Análisis de sangre para detectar la enfermedad del sueño

El equipo móvil de MSF toma una muestra de sangre de un niño durante una campaña de diagnóstico contra la enfermedad del sueño en Mboki, República Centroafricana © Sebastian Bolesch

La mayoría de los pacientes que sufren de la enfermedad del sueño viven en República Democrática del Congo, donde en el 2017 se registraron 78% de los casos, seguida por República Centroafricana, Guinea y Chad. Los datos más recientes publicados por la OMS en julio de 2018 confirman una disminución constante en el número de nuevos casos –se reportaron 1.447 nuevos casos a la OMS en 2017, comparados con 2.164 casos en 2016 y 9.870 en 2009.

Tuberculosis: menos inyecciones, menos efectos secundarios

Globalmente, más de medio millón de personas son infectadas con tuberculosis multi-resistente cada año,  pero solo algunos pocos tienen acceso a los nuevos medicamentos.

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Tratamiento contra la tuberculosis

Dimitry lleva siete meses en el Instituto de Tuberculosis de Minsk, Bielorusia, y antes de eso estuvo dos años en otro hospital. Debe tomar sus píldoras todos los días, además de recibir inyecciones los lunes, miércoles y viernes © Viviane Dalles

En agosto de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó expandir el uso de la bedaquilina (producida por la farmacéutica J&J) como medicamento central para el tratamiento de la tuberculosis, a la vez que relegó los tratamientos que deben inyectarse diariamente y pueden provocar sordera, fallas renales y otros graves efectos secundarios, como opciones de último recurso.

El nuevo régimen de tratamiento recomendado, con una duración de 18 a 20 meses, puede ayudar a mejorar las tasas de curación, a disminuir la mortalidad de los pacientes y a que estos sufran muchos menos efectos secundarios.

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Paciente de tratamiento ambulatorio contra la tuberculosis

Cada mañana, Oleg y su esposa Larisa van al dispensario, donde él completa su tratamiento ambulatorio para la tuberculosis. “He pasado por muchas cosas en mi vida”, dice Oleg, de 46 años. “Pero nunca viví algo como esto © Viviane Dalles

El tratamiento estándar de la TB-DR (tuberculosis resistente) utilizado por la mayoría de los países hasta ahora ha requerido que las personas tomen hasta 14.000 píldoras durante casi dos años, incluyendo hasta ocho meses de dolorosas inyecciones diarias que causan graves efectos secundarios. La tasa de curación es solo del 55%.

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Píldoras para la tuberculosis

“Son muchas píldoras, no puedo tomarlas todas juntas así que las divido en porciones”, dice Yulia, paciente en el Instituto de Tuberculosis de Minsk, Bielorusia, sentada frente a su dosis diaria de tratamiento © Viviane Dalles

Para que muchas más personas con TB-DR puedan recibir un tratamiento adecuado, es necesario que la bedaquilina sea accesible para todos los pacientes que lo necesiten; en particular para aquellos que viven en países de bajos y medianos ingresos con una alta carga de TB-DR. 

MSF hizo un llamado a la empresa farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson (J&J) a que redujera a la mitad el precio de la bedaquilina, para que se puedan salvar más vidas.


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