Las tecnologías Agile forman parte del elenco de protagonistas de cualquier proceso de transformación digital. Pero no todo es tecnología ni todo lo digital es Agile.
Por encima de las herramientas digitales debemos contar con personas con una nueva mentalidad caracterizada por la agilidad. Personas que sepan afrontar el cambio y moverse en entornos VUCA. Contar con este tipo de personas puede ser más importante que cualquier tecnología.
TECNOLOGÍAS AGILE VS PERSONAS ÁGILES
La metodología “agile” empezó en los entornos de desarrollo de software, y últimamente se está extendiendo a un amplio abanico de industrias y funciones. “Agile” significa ser capaz de adaptarse al cambio. La idea es reducir la complejidad y focalizarse en crear productos y servicios que satisfagan las necesidades de los clientes. Cada vez más las organizaciones quieren ser más ágiles. Quieren transformar la forma de trabajar, adoptando metodologías que han revolucionado las “start up” o bien las empresas de desarrollo de software.
Se busca acelerar la velocidad de acceso al mercado, potenciar la innovación y aumentar la productividad de los equipos. Todo ello con la palabra mágica: “agile”.
La metodología ágil se basa en el “Agile Manifesto” y los “Agile Principles”. No son un conjunto de reglas sino una guía a seguir. Cada compañía puede escoger el grado en que aplicará estos principios en su compañía.
¿En qué consisten las tecnologías Agile?
En primer lugar, en sacar a las personas de los silos funcionales y ponerlos a trabajar en equipos multi-disciplinares, centrados en el cliente y de una manera auto-gestionados.
En segundo lugar, consiste en usar unas nuevas herramientas, entre las que destacan:
- Scrum: se basa en el desarrollo incremental, en lugar de la planificación y ejecución completa del producto.
- Lean development: se focaliza en una continua eliminación de residuos, reducir el inventario y los tiempos, mejorar la eficiencia y la calidad del proceso.
- Kanban: se concentra en la mejora del proceso para reducir los plazos de entrega y la carga de trabajo de los miembros del equipo.
CULTURA AGILE, PERSONAS ÁGILES
Pero más importante que las tecnologías agile es crear una cultura agile. Bajo este concepto las compañías ágiles fomentan la autonomía y promueven el “engagement” de sus empleados. Los sprints cortos permiten proporcionar valor a sus clientes y obtener feedback constante.
Llenar la oficina de post-it, tener tableros llenos de pegatinas, sprint, cuadros de mando, hacer reuniones de pie,… puede no servir de nada si previamente no hemos cambiado la cultura de trabajo, la mentalidad de los empleados.
La persona que integra un equipo ágil debe aprender los principios y valores que sustentan esta forma de relacionarse y organizarse de manera efectiva para obtener resultados, y también debe identificar los nuevos paradigmas que favorecen la aparición de los comportamientos productivos, con un propósito claro: alcanzar el resultado esperado de la manera más efectiva, en el menor tiempo posible y minimizando los costes. El agilismo no es una metodología, no es una forma de desarrollar un producto, ni siquiera es un proceso de trabajo.
Agile es un conjunto de creencias que permite a los equipos operar y tomar decisiones de manera eficaz para realizar un trabajo concreto y entregar un producto a la medida de las necesidades cambiantes de su cliente. Por ello, no son ágiles las metodologías, sino las personas.
Personas vs tecnologías
Sin la capacidad de retroalimentación que sigue a la escucha, las metodologías ágiles ni son posibles ni tienen sentido, ya que se edifican sobre la confianza y el compromiso que surgen del feedback y del feedforward constantes para ganar en velocidad, aprendizajes y mejoras. Escuchar, prototipar, escuchar, cambiar, prototipar, escuchar… Es una secuencia necesaria en cualquier metodología ágil enmarcada en una conversación permanente entre equipo, mánager, cliente y stakeholder para ir prototipando, testando y construyendo.
El entorno Agile exige pasar de un sistema competitivo, en el que cada miembro se centra primero en sus resultados, a otro en el que cada acción independiente y aislada esté permanentemente conectada con el interés colectivo. Solo de esta manera se podrá asegurar el resultado final.
Para que haya transformación digital las personas deber ser gestores de la incertidumbre. En entorno VUCA nos ha enseñado que ya no hay nada fijo e inmutable. Vivimos en una realidad muy cambiante, incierta, compleja y además ambigua. Por eso se necesitan personas que sepan “navegar” en este tipo de océanos. Las tecnologías Agile les serán de gran ayuda pero solo podrán sacar beneficio si en su mente saber afrontar la incertidumbre.
El uso ágil y eficiente de la información y el compromiso para trasladar al resto del equipo cualquier dato que pueda ser importante, para que otros no encuentren dificultades, serán elementos clave para evitar fuentes de conflicto, atascos y pérdidas de tiempo. El método “pull” de asignación de tareas, en el que cada persona elige hacerse cargo de ciertos elementos de la lista de pendientes, requiere una confianza plena. La confianza pasa a ser una elección clave a construir desde el momento en el que se constituye el equipo, sin necesidad de que las personas se conozcan previamente. Esta confianza deberá alimentarse durante todo el proyecto y, para ello, los equipos tendrán que aprender nuevas formas de construirla, sostenerla y repararla cuando sea necesario.
En definitiva, para que las tecnologías agile funcionen se necesitan personas ágiles:
1. Dispuestas a convivir con el error y la incertidumbre.
2. Entrenadas en el feedback; para darlo y recibirlo.
3. Que poseen una consciencia sistémica, que vean más allá de los individuos.