El uso de la tecnología LED en la iluminación de nuestras calles y ciudades parecía plantear una prometedora revolución con una ventaja evidente: la del ahorro energético que se lograría al usarla.
Esa promesa se ha visto comprometida con un preocupante descubrimiento reciente. Un grupo de investigadores han revelado que el uso de iluminación LED en exteriores tiene un coste medioambiental importante, ya que la contaminación lumínica degrada los ecosistemas en todo nuestro planeta. Adjuntamos el texto completo del artículo.
De reducción del consumo energético, nada
Estos investigadores hicieron uso de sensores instalados en satélites para estudiar cómo de brillante era nuestro planeta durante la noche y si esa iluminación LED estaba cumpliendo su objetivo.
En lugar de observar una reducción de consumo al cambiar a LED, se descubrió que hay un efecto rebote que hace que muchas localidades acaben instalando más y más fuentes de iluminación LED para que esas zonas (urbanas o no) estén mejor iluminadas durante la noche.
Eso ha hecho que según estos investigadores, «el mundo haya experimentado una «pérdida de la noche» extendida, con la mitad de Europa y una cuarta parte de Norteamérica experimentando ciclos de luz y oscuridad substancialmente modificados».
La noche ya no nos confunde
Se esperaba que con la adopción de soluciones LED los países desarrollados aparecieran «oscurecidos» en las imágenes del satélite gracias al menor impacto de esa tecnología, pero su uso masivo ha hecho que esa iluminación simplemente se mantenga o incluso se incremente. Esos datos en países desarrollados se confirmaban con crecimientos notables en distintos países de Sudamérica, África y Asia. Solo países en los que actualmente hay conflictos bélicos como Siria o Yemen se redujeron esas mediciones.
Para estos investigadores la conclusión es obvia: «la migración de la iluminación de exteriores de tecnologías antiguas a LED no está teniendo los beneficios esperados en términos de reducción global del consumo energético». El equipo de investigación iba más allá y alertaba del peligro de hacer que la contaminación lumínica comprometa «el bienestar de prácticamente cualquier organismo de nuestro planeta, incluyendo a los seres humanos».
Hace tiempo que la iluminación durante las horas nocturnas se considera como un contaminante medioambiental importante que puede afectar las rutinas de animales, plantas y microorganismos, pero también las de los humanos, ya que perturba el ritmo circadiano, lo que puede llevar a que suframos desórdenes del metabolismo.
Algunos expertos indican que el problema podría minimizarse con un buen apantallamiento de estas farolas y otros elementos de iluminación que no deberían emitir luz por encima del horizonte, además de no emitir más luz de la necesaria. Otra de las recomendaciones es la de usar longitudes de onda más cortas, o lo que es lo mismo, seleccionar lámparas con una iluminación más cálida.
Fuente. XATAKA