Laura Muñoz, cirujana ortopédica y traumatóloga, explica cómo trabaja en una de las especialidades más masculinizadas
La carpintería de los huesos. Bien se puede definir así a la Cirugía Ortopédica y Traumatología. Una especialidad en la que, sobre la mesa de quirófano, hay martillos, sierras y hasta taladros y que, según el Estudio de Demografía Médica de la Organización Médica Colegial (OMC), tan solo un 19,9 por ciento es ejercida por mujeres. Con motivo de la proximidad del Día Internacional de la Mujer 8-M se busca dar visibilidad a las facultativas que desempeñan una de las especialidades más masculinizadas en la actualidad.
Una cuestión de vocación. Sin padres médicos ni otra influencia sanitaria a su alrededor, cuenta Laura Muñoz, cirujana ortopédica y traumatóloga del Servicio de Ortopedia Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que se decidió por esta especialidad. “Se la ha asociado siempre a la fuerza”, explica y, sin embargo, “se ha demostrado que la Traumatología no es una cuestión de fuerza”, afirma Laura, a quien le llegaron a decir ‘¡Ay! Te tienes que apuntar al gimnasio si quieres hacer trauma’.
Describe que es una especialidad muy quirúrgica, amplia y en la que poder especializarse sobre cualquier parte del cuerpo (ella por ejemplo hace columna infantil). Piensa que el uso de máquinas como los taladros ha podido ser una de las razones por la que los hombres se hayan decantado históricamente más.
En este sentido, sí que ha visto ahí cierto machismo sobre la especialidad. “En Traumatología he notado que todo el instrumental está pensado para hombres, para manos grandes”. Por ello, todas las especialistas reclaman a las diferentes empresas que diseñen un instrumental acorde a ellas porque, al final, la “sanidad es una profesión de mujeres”.
«La Traumatología no es una cuestión de fuerza» |
Durante sus años de residencia dice que no vivió actitudes machistas pero desde que es adjunta ha empezado a ver determinados gestos.
“Hay más micromachismos procedentes de la sociedad, que en los propios servicios. Si voy con un compañero siempre se han dirigido a él. Es ahora, que me empiezan a salir canas, cuando me llaman doctora y asumen que soy yo quien tiene la responsabilidad”, explica. Bien es cierto que ya la situación está cambiando, sí, pero “parece que tienes que aparentar cierta edad para que te traten como la doctora y no como a alguien que está de prácticas”, lamenta.
Maternidad y conciliación familiar
Si algo indica Laura que es un tabú es todo lo relacionado con el hecho de ser madre y la poca facilidad que hay para la conciliación familiar. Una cuestión que no distingue de especialidades. “Yo ahora no tengo hijos, pero sí que me planteo quedarme embarazada y eso los jefes lo llevan fatal. No lo asumen. Les trastoca”, explica.
“Quedarte embarazada en el hospital es complicado porque supone un ‘caos’ en el Servicio”, detalla. Se dejan de hacer guardias y, fruto de ello, se trastoca toda la organización a nivel interno. Lo que lleva a ver los embarazos como una situación complicada. Cuenta que ha llegado a escuchar coletillas del tipo ‘¿tú qué estás haciendo, repoblando el mundo?’ cuando alguna compañera plantea tener un tercer hijo.
Matiza que sí que se juzga más a las mujeres por entrar más tarde si tienen que llevar al colegio a sus hijos que a los hombres. “Compatibilizar la vida y el trabajo sigue siendo difícil como mujer sanitaria”, reivindica.
¿De quién debe partir la solución?
La sanidad es uno de los sectores más feminizados y eso se puede apreciar tanto en las facultades como en el quirófano donde, como explica Laura, hay días en los que todas son mujeres.
«Compatibilizar la vida y el trabajo sigue siendo difícil como mujer sanitaria» |
El problema que ve es que al final los puestos de poder “se los dan a ellos y los intermedios a ellas”. Ha habido un cambio en la opinión que se tiene sobre las trabajadoras y ya todo el mundo es consciente del peso de la mujer, pero dice que todo se conseguirá “haciéndonos valer más”.
No depende de fuerza sino de habilidad e inteligencia
No lamenta haber escogido Traumatología. Dice que cuando estaba estudiando también le gustaba Urología (que es otra de las especialidades más masculinizadas), pero que topó con un jefe machista durante unas prácticas en el Hospital La Paz de Madrid que provocó que ni se plantease esta especialidad. “Era un misógino. Nos trataba fatal en general a todas las mujeres. Ahí sí que noté muchísima discriminación”, recuerda.
Justo ahora hace 10 años que ella se presentó al MIR. Seguramente habrá muchas chicas que estarán valorando qué elegir para su futuro como médicas. Laura anima a que se decanten por la Traumatología. “Nosotras podemos y lo hacemos mucho mejor que muchos hombres. No depende de fuerza sino de habilidad y de nuestra inteligencia. La mitad de los servicios están plagados de mujeres. No hay ninguna restricción que nos impida ser traumatóloga. Ni mentales, ni físicas”, cierra.