4 de cada 10 afirman estar ‘quemadas’ en su trabajo y cerca del 20 por ciento planea retirarse antes de tiempo.
Una nota que no tiene desperdicio de redaccion medica.
La pandemia de Covid-19 ha supuesto un ‘antes y un después’ dentro de la profesión enfermerí. El sobreesfuerzo y las secuelas tanto físicas como psicológicas provocadas por los contagios ha hecho que el 35 por ciento de los profesionales se sienta menos satisfecho con su profesión. De hecho, 2 de cada 10 enfermeras no descartan retirarse antes de lo previsto, tal y como revela una encuesta realizada por Medscape entre 10.400 enfermeras en Estados Unidos, entre las que figuran especialistas, diplomadas y auxiliares.
El ‘burnout’ tiene mucho que ver en todo ello. La presión asistencial ha conseguido agravar uno de los «principales motivos de insatisfacción» entre el colectivo, aumentando su alcance y efectos de forma generalizada. En tan solo seis meses, el porcentaje de enfermeras que lo sufren se ha duplicado, pasando del 8 al 19 por ciento y del 9 al 19 por ciento en el caso de las auxiliares. Un 37 por ciento afirman estar ‘quemadas’ o ‘muy quemadas’ tras enfrentarse a la pandemia, el triple que el semestre anterior a la llegada del virus.
Un desgaste que tampoco se ve compensando en la parte económica ya que solo el 17 por ciento prevé aumentar sus ingresos anuales con la crisis. El porcentaje es aún menor cuando se trata de enfermeras diplomadas (11 por ciento), especialistas clínicas (8 por ciento), anestesistas (6 por ciento) y personal de ginecología.
Las profesionales que cobran por horas se muestran más optimistas en este aspecto que aquellas que perciben un sueldo fijo. Por contra, más de la mitad, creen que la pandemia no supondrá ningún cambio en sus salarios e incluso puede contribuir a reducirlos. Además, el 9 por ciento considera que el sueldo enfermero es el aspecto menos satisfactorio dentro de esta profesión.
8 de cada 10 volverían a escoger la profesión
A pesar de lo vivido en estos últimos meses, la vocación se ha mantenido intacta en muchos casos y la mayoría siente orgullo de su profesión. Prueba de ello es que, aproximadamente el 80 por ciento, elegiría de nuevo Enfermería como destino laboral. 7 de cada 10, además, seguirían los mismos pasos en sus formación salvo a la hora de hacer prácticas, donde menos de la mitad de los encuestados repetiría. Paradójicamente, el gran reto «sin precedentes» que ha supuesto el Covid-19 ha hecho que en torno al 10 por ciento se sienta más satisfecha de ser enfermera, especialmente al ayudar a los pacientes o conseguir cambiar sus vidas.
Este es, de hecho, el principal aliciente profesional para un tercio de las encuestadas. Los profesionales también valoran como aspectos motivadores el equilibrio personal y profesional, el orgullo de la profesión, tener el empleo deseado, ser bueno/a en ello y la relación tanto con los compañeros como con los pacientes. El salario, por contra, es uno de los aspectos menos atrayentes.
En el otro lado de la balanza, un 21 por ciento se decantaría por otra carrera diferente si le dieran a elegir en estos momentos. En un tercio de los casos aproximadamente, esto significaría escoger un camino totalmente desvinculado de la Enfermería. La jubilación anticipada también figura como opción para el 20 por ciento de los sanitarios insatisfechos, así como una reducción de la jornada actual. Los estragos de la pandemia han llevado a plantear medidas más drásticas como abandonar la profesión y buscar otro empleo. Una posibilidad que contemplan 1 de cada 10 encuestados.
Estas cifras, aunque preocupantes, fueron tomadas a finales de verano, cuando lo peor de la pandemia estaba por llegar, por lo que el impacto puede ser aún mayor al que refleja el informe, tal y como reconocen sus autores, con miedo de que sean «muchas más» las enfermeras que renuncien a su puesto de trabajo debido a la crisis.
Burocracia y faltas de respeto, principales escollos
El descontento manifestado también tiene que ver con la escasez de material y equipos de protección que denuncian más de la mitad de los participantes. Más aún, teniendo en cuenta que el contagio a familiares ha sido y es la principal preocupación de los profesionales, incluso por encima de su seguridad personal.
Dentro de los casos positivos, destaca la baja hospitalización y la prevalencia de sintomáticos frente a asintomáticos, salvo en el caso de las enfermeras de Ginecología. El hecho de que varios de los encuestados – hasta un 43 por ciento- no revelaran qué ocurrió tras recibir los resultados, plantea la posibilidad de que algunos de ellos se reincoporasen al trabajo sin guardar cuarentena.
Con pandemia o sin ella, la burocracia sigue siendo el aspecto menos motivador en el trabajo de una enfermera. Las tareas administrativas y la cantidad de «documentos que hay que cumplimentar» suponen un problema para el 32 por ciento de las enfermeras y el 28 por ciento de las auxiliares. Para otros, la peor parte del trabajo es tener que lidiar con las «faltas de respeto de los médicos o supervisores», la falta de conciliación o los ratios «demasiado altos».