Inteligencia artificial: ¿una oportunidad o una amenaza para el mercado laboral?

por Ernst Ekkehard

No cabe dudas que la inteligencia artificial (IA) desempeñará un papel importante en el futuro del trabajo; un futuro que ya ha comenzado. Piensen, por ejemplo, en los vehículos sin conductor, la negociación algorítmica de los mercados de valores, o hasta los diagnósticos médicos asistidos por computadora.

No cabe dudas que la inteligencia artificial (IA) desempeñará un papel importante en el futuro del trabajo; un futuro que ya ha comenzado. Piensen, por ejemplo, en los vehículos sin conductor, la negociación algorítmica de los mercados de valores, o hasta los diagnósticos médicos asistidos por computadora.

Los rápidos progresos en la IA tienen el potencial de crear nuevas oportunidades, aumentar los niveles de productividad y generar mayores ganancias, pero también existe el temor de que puedan causar la pérdida de empleos y el incremento de las desigualdades, con unos pocos afortunados apropiándose de los beneficios de la IA, mientras otros son dejados atrás. 

Entonces, ¿cuál es el camino a seguir?

La respuesta es que podemos ser moderadamente optimistas, si los responsables de la toma de decisiones y los interlocutores sociales adoptan las medidas apropiadas. Esta es la conclusión de una investigación  que recientemente llevé a cabo junto a algunos colegas de la OIT.

Las tecnologías digitales basadas en la IA pueden permitir que segmentos más amplios del mercado laboral mejoren su productividad y tengan acceso a empleos mejor remunerados, lo cual, a su vez, puede contribuir a promover el crecimiento inclusivo.

Vale la pena recordar que, históricamente, la productividad y los niveles de vida han aumentado gracias a la especialización y gracias a que las máquinas realizan las tareas más tediosas, arduas y rutinarias. Los agricultores modernos que disponen de maquinaría sofisticada sin duda disfrutan de mejores condiciones y son más productivos de lo que serían si utilizasen herramientas manuales para arar sus tierras.

La gran reducción en costes de capital propiciada por las aplicaciones de IA, junto al hecho de que la dirección del cambio tecnológico es, al menos en parte, orientada por la oferta relativa de trabajadores poco cualificados en comparación con los muy calificados, significa que los países en desarrollo podrían beneficiarse de la IA.

En muchos casos, los usuarios de IA no necesitan saber mucho sobre la manera en que funciona la tecnología ni introducir datos sofisticados en los dispositivos que utilizan. Más bien, su uso cotidiano permitirá que las herramientas basadas en IA otorguen asesoramiento en cuanto a las mejores prácticas globales combinadas con las circunstancias locales. Esto crea bajas barreras de entrada para la difusión de estas nuevas tecnologías y permite que la formación y la educación se concentren en las competencias esenciales de lectura, escritura y numéricas.

Esto significa que, aún los países que carecen de recursos para impartir las competencias necesarias para producir aplicaciones de IA, pueden hacer un amplio uso de estas aplicaciones, lo que genera grandes beneficios al potencial de crecimiento.

Sin embargo, si las oportunidades han de superar los riesgos, las políticas deben ser ajustadas, a nivel nacional e internacional.

Esto incluye ayudar a la fuerza de trabajo a adaptarse. Con la rápida evolución de las tecnologías, es necesario que la educación y la formación vayan mucho más allá de los años escolares, de manera que los trabajadores puedan capacitarse o reciclarse profesionalmente cuando sea necesario a lo largo de sus carreras. El aprendizaje permanente debe convertirse en una realidad para que el mundo del trabajo pueda beneficiarse de estas nuevas tecnologías, ahora y en el futuro.

De manera que las políticas en materia de competencias profesionales son indispensables, mas no suficientes.

Necesitamos garantizar la difusión de las nuevas tecnologías en todo el mundo y permitir el acceso a los datos. Los responsables de la toma de decisiones y los interlocutores sociales deben además garantizar que ciertas empresas no logren dominar el mercado y así excluyan a otras. El aumento observado en la concentración del mercado entre las empresas digitales es motivo de preocupación y deben tomarse medidas decisivas.

Es necesario formular políticas fiscales que establezcan condiciones de igualdad entre las empresas, impulsar la cooperación internacional y garantizar el diálogo social, a fin de permitir que las nuevas tecnologías y sus beneficios sean compartidos con mayor eficacia.

Este es uno de los temas destacados en el histórico informe Trabajar para un futuro más prometedor , que la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo publicó en enero y que será discutido en la Conferencia Internacional del Trabajo  en junio de este año.

La OIT posee la estructura idónea para proporcionar esta importante plataforma para el intercambio de experiencias y apoyar a los países y a los interlocutores sociales a ajustar y negociar la información y las recomendaciones políticas necesarias.


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