POR FIN!!!: en 2019 descenderá la siniestralidad laboral por lo menos un 5%

Gracias a la incorporación obligatoria de los autónomos al seguro de accidentes de trabajo

Quienes consideran que el indicador por excelencia de la siniestralidad laboral es el índice de incidencia de accidentes con baja en jornada de trabajo, están de enhorabuena: este año las estadísticas registrarán un descenso apreciable, gracias a la incorporación obligatoria de la totalidad de los trabajadores autónomos a la cotización por contingencias profesionales decidida por el Gobierno (Real-Decreto-ley 28/2018, de 28 de diciembre).

Ello se debe a que las estadísticas oficiales calculan el índice de incidencia dividiendo el número de accidentes con baja registrados por el número medio anual de afiliados con las contingencias profesionales cubiertas, algo totalmente correcto salvo que se produzcan incorporaciones masivas a dicho colectivo de grupos de afiliados cuya siniestralidad sea significativamente distinta de la del conjunto anterior. En ese caso, si se desea preservar la serie histórica se deberían efectuar correcciones o, si no se desea, comenzar una nueva serie advirtiendo debidamente de las causas por las que se ha adoptado la decisión.

Las estadísticas oficiales no hacen – por ahora- ni una cosa ni otra: se limitan a advertir del cambio en la «letra pequeña», con lo que el lector no experto acaba recibiendo gato por liebre.

Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, desde el año 2012, en el que los afiliados al Régimen Especial para Empleados de Hogar fueron incorporados al Régimen General que incorpora obligatoriamente la cobertura por contingencias profesionales.

En la estadística de accidentes de trabajo correspondiente a 20171 aparecen los datos correspondientes a la actividad denominada «Actividades de los hogares como empl. de personal doméstico«, cuya siniestralidad ha evolucionado de la forma que muestra el siguiente gráfico:

¿A qué se debe la sorprendente disminución del índice de incidencia de accidentes con baja a partir de 2012?

En la estadística de accidentes de trabajo, en una nota al pie de la tabla ATR-I.1.1., podemos leer: «Debido a la incorporación del Sistema/Régimen Especial para Empleados de Hogar en la protección por contingencias profesionales a partir de 1 de enero de 2012, los datos correspondientes a actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico para el año 2012 y siguientes no son comparables a los de los años anteriores«.

En otras palabras, a un colectivo de unas 40.000 personas formado por jardineros, chóferes particulares y otras ocupaciones domésticas que no se consideraban por la Seguridad Social como «empleados del hogar» se ha incorporado otro colectivo (formado por unas 400.000 personas), los empleados del hogar propiamente dichos, con una siniestralidad declarada muy baja, lo que ha producido una disminución drástica del índice de incidencia de esa actividad.

Obviamente la incorporación comentada ha contribuido a rebajar el índice de incidencia global en una proporción sin duda pequeña, pues el colectivo también lo es en relación al conjunto de la población trabajadora con las contingencias profesionales aseguradas.

Ahora bien, ¿qué ocurrirá cuando se incorporen la totalidad de los trabajadores autónomos, de los que sólo cotizaban por contingencias profesionales menos del 20%?

Si tomamos como base un informe2 publicado por el entonces INSHT, ahora INSST, en el año 2018, el índice de incidencia de los trabajadores autónomos fue en 2017 de 2.044, referido a los 591.000 autónomos con las contingencias profesionales cubiertas. El índice del conjunto (asalariados más autónomos con la contingencia cubierta) fue de 3.409.

A partir de esos datos y del número de miembros de cada uno de los colectivos se puede calcular fácilmente que el índice de incidencia de los asalariados fue de 3.456, casi un 70% superior al de los autónomos.

La tabla siguiente resume el conjunto de los datos reales de 2017:

Veamos qué hubiera ocurrido en 2017 si se hubieran incorporado todos los autónomos, suponiendo que los «nuevos autónomos» se hubieran accidentado igual que sus colegas con la contingencia cubierta. Los datos serían los siguientes:

En resumen, si en el año 2017 se hubieran incorporado la totalidad de los autónomos el índice de incidencia hubiera sido 3.231, un 5,2% inferior al registrado.

Previsiblemente esto es lo que ocurrirá en 2019, si las estadísticas se siguen elaborando por el método tradicional, es decir, exclusivamente «contando partes» y sin tener en cuenta – ni advertir de ello – no solo la calidad de los mismos sino tampoco los cambios estructurales que se producen, bien en la población, bien en los criterios según los cuales se declara el accidente o se le atribuye o no la baja.

Entre los cambios en la población, además de los dos ejemplos que hemos visto, se encuentra el considerar los trabajadores a tiempo parcial (que en promedio trabajan alrededor del 50% de la jornada estándar) como trabajadores a tiempo completo, lo que «infla» el denominador y disminuye el índice y el no tener en cuenta la progresiva desaparición de las profesiones más peligrosas (la minería, por ejemplo) y su sustitución por actividades de menor riesgo, como las de tipo administrativo.

Entre los cambios en la declaración o atribución de la baja destaca lo sucedido a partir de 2008 respecto a la frecuencia con la que se adjudica la baja a los accidentados. Efectivamente, como se muestra en la figura siguiente, entre 1987 y 2007 la proporción de accidentes a los que se atribuyó la baja se situó en todos los años entre el 50 y el 60%, iniciándose a partir de 2008 un importante descenso, nunca visto anteriormente, que alcanzó un mínimo del 37% en 2012 y 2013.

Al dar menos bajas, el número de accidentes que computan en el cálculo del índice de incidencia disminuye y, como no es concebible que, súbitamente, haya descendido la «gravedad» de los accidentes, sería preciso corregir los datos para tener en cuenta el cambio de criterio en la atribución de las bajas que ha tenido como consecuencia una ruptura de la serie.

En resumen, en el año 2019, aunque la siniestralidad real no varíe, la siniestralidad estadística se reducirá un 5%, pero ¿habrá mejorado en algo la eficacia preventiva o se trata simplemente de hacer una vez más juegos de manos con los números?

PS Sobre la fiabilidad de las estadísticas de siniestralidad españolas publicamos hace algunos meses una entrada en este blog que quizá pueda ser de interés revisar. Está disponible en: https://www.prevencionintegral.com/comunidad/blog/entre-sin-llamar/2018/…

REFERENCIAS

http://www.mitramiss.gob.es/estadisticas/eat/eat17/ATR_2017_Completa.pdf

http://www.oect.es/Observatorio/5%20Estudios%20tecnicos/Colectivos%20de%…


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