La serie definitiva de Netflix: enfermeras españolas al estilo Almodóvar

Entrevista al creador del personaje Enfermera Saturada, Héctor Castiñeira, al hilo de la publicación de su quinto libro

Enfermera Saturada no es una cuenta más en redes sociales: 90.000 seguidores en Twitter, 141.000 en Instagram y más de 260.000 en Facebook la respaldan. Un personaje que nació en 2012 y que es icono de toda una profesión. Detrás de todo este fenómeno está Héctor Castiñeira, un enfermero que actualmente trabaja en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y que creó al personaje a modo de entretenimiento. Este gallego es autor de cinco libros, el último de los cuales, ‘El paciente siempre llama dos veces’ , se publicó en octubre.

Entre firma y firma, guardias, programas de radio, horas de estudio para lapróxima OPE de 2019 y ratos de la noche que le dedica a escribir las hazañas de su popular Satu ha hecho un alto en el camino para hablar con Redacción Médica sobre la profesión enfermera y (¿por qué no?) tantear dar el salto a la pantalla.  

‘El paciente siempre llama dos veces’ es el título de tu último libro. ¿Cuántas veces te ha podido llamar un mismo paciente?



Las razones por las que la Enfermería es la profesión más bonita. 

El récord lo tiene una señora durante el turno de noche que fueron aproximadamente entre 10-20 veces y no todas, evidentemente, eran necesarias. Ella creía que sí, pero era más un tema de que estuviésemos allí haciéndole compañía y charlando con ella que no realmente de que necesitase algo urgente. Al final sí que es cierto que te llama y que estás con ella pero tienes muchos otros pacientes que atender y debes dividir tu tiempo.

Uno de los comentarios que haces en el libro es que los pacientes mienten. ¿Con cuántos pacientes mentirosos te has encontrado?

Sí, de hecho acaba de salir un estudio que decía que ocho de cada 10 pacientes mienten. O sea que al final el doctor House también tenía razón (risas). La verdad es que se les coge muy rápido. Normalmente cuando mienten lo hacen porque creen que así les vamos a atender antes, más rápido o mejor. Yo creo que, en mi caso, ocho de cada 10 no, pero cinco probablemente (risas). 

¿Algún caso que recuerdes que notaste tú que estaba mintiendo?
 

Tuvimos el caso de una señora que llegó a Urgencias como a las tres de la madrugada diciendo que le dolía mucho la espalda y le preguntamos si se había dado algún golpe. Al principio decía que se había despertado con el dolor, que de pronto había empezado a doler y eso fue lo que la había llevado a ir a Urgencias a esas horas. Pero no se veía ningún hematoma, ni ningún signo de que se hubiese caído y ella también aseguraba que no se había caído. Al final, preguntando y preguntando resultó que llevaba con ese dolor tres meses y había decidido ir esa noche a Urgencias porque había dicho: «Mira, no duermo y total voy hasta allí, que me atiendan y que me vean».

Uff… la saturación en los Servicios de Urgencias, ¿qué hacemos con esto?

El enfermero Héctor Castiñeira, más conocido como Enfermera Saturada. 

Tiene una solución complicada. No me gustaría llegar al extremo de países como Portugal o Italia que te cobran por ir a Urgencias cuando no es necesario. Me gustaría más apostar por una sanidad en la que se explicase al paciente realmente que hay que dejar estos servicios para las urgencias, que realmente por lo que no es urgente no tiene que ir.

La solución pasaría por hacer educación para la salud. Se queja mucho la gente cuando viene diciendo que «es que llevo tres horas esperando…es que llevo cuatro…». A mí me gusta mucho decirles eso: «Pues alégrese, alégrese, porque lo malo es que usted llegue a Urgencias, entre y le atiendan inmediatamente porque entonces es que realmente usted está muy mal y su vida corre peligro. Si usted llega a Urgencias y le mandan esperar unas horas es porque tan grave no está y puede esperar».

De las anécdotas que cuentas a través de tus libros, ¿qué parte hay de verdad y de mentira?

En los primeros libros era, sobre todo, mi experiencia ylo que yo había vivido. A partir del tercero comienzan a llegar un montón de historias; lo que me empiezan a decir el resto de enfermeros y enfermeras, lo que me hacen llegar por redes sociales…¡Me paraban incluso por los pasillos del hospital para contarme sus anécdotas! Eso al final va enriqueciendo al personaje y me sirve a mí para tener también más que contar, más anécdotas y más aventuras para Satu.

Sí es cierto que todo lo que cuento es real, pero evidentemente hay mucha literatura porque hay que exagerar un poco la cosa con humor. Al final es lo que trato de hacer un poco en los libros: coger situaciones cotidianas de los hospitales, exagerarlas (evidentemente para hacer humor) y ahí contar la historia.

¿Qué tal fue quitarse la máscara de ser Enfermera Saturada y que la gente descubriese que era un chico el que estaba detrás del perfil tuitero?

Fue un momento de mucho shock. Sí que es cierto que lo pensé mucho porque realmente a mí el anonimato me estaba agobiando ya. Al final nadie en la planta dónde yo trabajaba en aquel momento sabía que era Enfermera Saturada. Veía que compartían lo que yo subía a redes sociales, todas las publicaciones, hablaban de los libros, los llevaban, comentaban entre ellas en el turno de noche y yo estaba allí un poco en la esquina. Era un poco como Clark Kent y Superman con esa doble vida. Allí, agazapado, viendo y compartiendo. Era un momento muy bonito pero al final todo lo que vivía en la planta lo iba escribiendo en una libreta que llevo conmigo en el pijama y pensaba: «Me van a pillar, me van a pillar y me van a ver». Al final ya no disfrutaba realmente el personaje y dije «mira, salgo del anonimato y disfruto de decir: Soy Enfermera Saturada y soy un chico».


«Lo más apasionante de esta profesión es que eres testigo de todas las etapas de la vida del ser humano»

El primer shock fue ese. «¡Anda, pero eres un chico!”, después decían: «Bueno, pero eres enfermero por lo menos, ¿no?» (Risas). Fue un momento de mucho impacto sobre todo también para los seguidores, el decir: ¡Anda, pues Enfermera Saturada tenía barba! 

Ahora que hablas de la sorpresa que fue que Enfermera Saturada fuese hombre, Enfermería es una profesión mayoritariamente femenina y es un colectivo que sufre a diario gestos machistas. Pero tú eres un chico, ¿qué gestos ‘salidos de tono’ has vivido tú como enfermero?

Nosotros como chicos no lo sufrimos tanto como ellas, probablemente, pero sí de vez en cuando te encuentras alguna situación. Alguna paciente (sobre todo alguna paciente mayor) que por lo que sea, te toca el culo o que dice: «¡Ah, qué gracioso el enfermero!». Y dices tú: «Bueno, sí, pero yo estoy trabajando, no tengo por qué aguantar esto». 

Evidentemente sus casos son peores y lo sufren mucho más ellas. Nosotros de vez en cuando sufrimos algo y sobre todo porque, no sé por qué, pero se tiende a pensar que es una profesión femenina y que parece que solo la pueden ejercer las mujeres. De vez en cuando te dicen: «Pero, ¿y cómo trabajas tú de enfermero si es una profesión de mujeres?». Yo no creo que sea una profesión ni de hombres ni de mujeres, es una profesión de personas que atienden a otras y se dedican al cuidado de ellas. Sí es cierto que incluso si contestas: «soy enfermero y yo también atiendo a pacientes y no tiene por qué ser una profesión femenina», es entonces cuando te dicen: «Entonces, ¿eres homosexual?». ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?

Actualmente hay mucho debate, por ejemplo, en Medicina sobre si llamar a las mujeres médico o médica. A ti si te dicen enfermera, ¿te ofende?

¡Para nada! No me importa que me llamen enfermera. No lo noto como algo ofensivo. Ni lo percibo como algo despectivo. Ni de cambio de género, ni nada. Simplemente, entiendo que es una profesión aplastantemente femenina y que la gente está acostumbrada a hablar y a decir más la palabra enfermera. Nosotros somos muy pocos y realmente a mí que me llamen enfermera no me importa. Creo que en todos los años que llevo ejerciendo no he encontrado a ningún chico que se ofenda tampoco porque le llamen enfermera. Realmente nos da igual, al final estás en el trabajo y eres una más.

En el libro hay un capítulo en el que hablas de la enfermera escolar. ¿Es necesaria? ¿Por qué?

Yo creo que sí. Estuve trabajando unos meses como enfermero escolar en un colegio de Madrid y un poco de esa experiencia es de la que nace ese capítulo en el que Satu se va a trabajar a un cole. Nuestra labor en el colegio es para si un niño se pone enfermo o también un profesor. Para hacer seguimiento de los alumnos que tienen patologías crónicas, para explicarles, para enseñarles primeros auxilios, hablar de hábitos de vida saludables. Hacer esa educación para la salud que luego a la larga les va a hacer adultos más sanos.

Me sucedió un caso estando como enfermero en el colegio: a una niña le diagnosticaron diabetes. Normalmente cuando diagnostican diabetes a un niño e ingresa en el hospital, las enfermeras intentan enseñarle pautas para controlársela. Suele perder casi un mes de clase. En este caso, los padres le dijeron que en el colegio había un enfermero escolar y lo que hicieron fue que me llamaron a mi directamente. Yo hablé con las enfermeras del hospital y gracias a eso la niña perdió solamente 10 días de clase, se reincorporó mucho antes al cole y ese seguimiento se lo hacía yo directamente. Los padres estaban tranquilos porque había un enfermero que la iba a controlar, que le iba a explicar cosas y que iba a seguir haciéndole ese control de la diabetes. Por ese lado, los maestros también estaban tranquilos porque en el caso de que pasase algo había un enfermero con ellos.

Volviendo al tema de tu libro. Con este ya van cinco, ¿lo próximo qué es: la película de Enfermera Saturada?

¡Ojalá existiese una mini serie o una película! Ojalá Netflix o alguna plataforma se anime y lo saque y haga un personaje real de Enfermera Saturada. La verdad es que las series de televisión tanto de enfermeras como de médicos suelen tener mucho éxito y mucho tirón… Ojalá alguna productora se fijase y llevase a Satu y le diese vida. Yo empecé con todo esto en las redes sociales, luego di el salto al papel y me encantaría dar el siguiente salto que sería del papel a la pantalla.

Enfermera Saturada. 

Si fuese en serie, ¿sería una Paquita Salas pero de Enfermera Saturada?

Paquita Salas sería la supervisora realmente (risas). A Paquita Salas la veo como la supervisora y a Satu quizás como una de sus actrices que nunca acaba de encajar en ningún sitio y que se pasa la vida en papeles eventuales en un sitio y en otro.

Y si llevásemos a Satu a la gran pantalla, ¿sería una película más estilo Almodóvar o más como Tarantino con sangre de por medio?

Me gustaría más una película de humor con toques de Almodóvar. Con esos tintes surrealistas que dices tú: «¿Pero esto es real?». Me pasa muchas veces con algunas anécdotas que me dicen: «¡No has contado esta y es buenísima!». A veces no la cuento en alguna entrevista o en lo que sea y digo: «Es que no la cuento porque si la digo no la van a creer”.

¿Qué título le pondrías a la película?

Es complicado. Seguiría un poco la estela de los libros. Haciendo juegos de palabras como he hecho hasta ahora con obras clásicas y muy conocidas. En el título llevaría algo que tuviese que ver con la Enfermería, algo que tuviese que ver con los hospitales pero que también tuviese que ver con el mundo de la precariedad laboral que sufre Satu y que lleva tantos años sufriendo.  

Si tuviésemos que hacer una película de la situación de la Enfermería en España. ¿Cómo lo reflejaríamos?

Sería complicado de hacer, la verdad. Al final si contásemos realmente cómo vemos nosotros el mundo de la sanidad y todos los errores o todas las cosas que creemos que se hacen mal o que yo personalmente corregiría, no sé, creo que la primera persona que debería de ver la película sería la ministra de Sanidad. Creo que sí (rísas). 

Hablando de lo que tú corregirías o no. ¿De qué está Héctor Castiñeira saturado?

Pues realmente de lo que no estoy saturado es de los pacientes que llaman dos, tres y 10 veces. Ni de, incluso, de las señoras que te dicen qué vena tienes que pinchar. Realmente de lo que yo más saturado estoy en la sanidad de este país es de la precariedad de laboral que se nos brinda. Trabajamos en unas condiciones muy malas, con unos ratios que son imposibles de llevar a nivel de sanidad pública. A nivel de sanidad privada los ratios todavía son peores e incluso a este nivel, los sueldos son de risa. No puedes tener a una enfermera contratada al cargo de un montón de pacientes, de un geriátrico entero o un centro de ancianos para ti solo y estar cobrando 1.100 €/brutos al mes. No puedes pretender que se den cuidados de calidad porque está sobrepasado por los ratios que tenemos. Además, es que tampoco sentimos, yo por lo menos y las compañeras creo que tampoco, esa motivación por parte de la dirección de Enfermería o de las direcciones de los hospitales.

Al final, como digo en el libro, si cada día sigues poniéndote el uniforme y yendo a trabajar a pesar de todo lo que vivimos y sigues en esta profesión y no la abandonas yo creo que es por los pacientes. Ellos cuando pasan muchas horas en el hospital son los que valoran tu trabajo y al final te sientes apoyado.

Es muy emotivo lo que dices en el libro de que la Enfermería es la profesión más bonita del mundo. Al más puro estilo ‘El Lobo de Wall Street’ con la mítica escena del bolígrafo. ¡Véndeme la Enfermería!

Lo más apasionante de esta profesión es que eres testigo de todas lasetapas de la vida del ser humano. Desde ayudar a nacer a una persona o incluso estar ya ahí antes de que nazca, a estar presente mientras crece, mientras es adulto… Estás después cuando ya es anciano y estás ahí, incluso, para ayudar a morir a esa persona, cuando realmente necesite cuidados paliativos. Tú estás ahí cuando después ya no está, apoyando a la familia, dando esa atención a familiares. Es el propio paciente y la propia familia los que, aunque timbren muchas veces, realmente te hace volver a ponerte el uniforme cada día y seguir trabajando ahí. Si no, si fuese por la carga de trabajo que tenemos, por las direcciones o por las organizaciones sanitarias que están detrás de la Enfermería, yo personalmente haría ya mucho que habría dejado el uniforme.

Momento durante la entrevista a Héctor Castiñeira, creador de Enfermera Saturada. 

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