Enfermería en Nigeria: las pequeñas cosas que realmente importan

Mårten, un pediatra sueco, nos comparte en este blog la historia de Bukar, un dedicado enfermero nigeriano que sobrevivió al conflicto y regresó para atender a su comunidad.

“No realizamos ninguna cirugía mayor que requiera anestesia en el hospital pediátrico de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Maiduguri. Los casos que recibimos con síntomas de apendicitis, hemorragias internas por fiebre tifoidea o cualquier otra condición que requiera atención quirúrgica urgente, son derivados a la unidad quirúrgica en el hospital escuela de la ciudad.

Sin embargo, recibimos a muchos pacientes con heridas leves, quemaduras, infecciones de la piel y abscesos que requieren intervenciones quirúrgicas menores que podemos realizar en nuestras instalaciones. Estos pacientes son tratados principalmente por nuestro excelente enfermero Bukar, que se especializa en vendar heridas.

Me impresionó verlo cuando llegué, por la precisión con la que realizaba la limpieza, la desinfección, desbridamiento, el drenaje y la sutura, también llamada costura. Todas estas actividades las hace con una impecable «técnica aséptica», un proceso que ayuda a evitar que una herida se contamine.

La Historia de Bukar

Un día, cuando estábamos revisando a un niño con una herida infectada, le pregunté:

-¿Cómo fue que te convertiste en un experto para vendar heridas, Bukar?

Sus ojos brillaron y comenzó a contarme su historia…

-“He hecho esto durante tres años… comencé cuando trabajaba en la enfermería y recibíamos muchos pacientes con quemaduras y heridas. Ningún enfermero estaba muy interesado en tratar ese tipo de heridas, así que me pedían que lo hiciera y terminó gustándome. También he aprendido mucho de todos los diferentes médicos internacionales que han trabajado con Médicos Sin Fronteras (MSF) durante los años que he estado aquí. Siempre aprendo algo nuevo de todos los que vienen aquí, y siempre pregunto si hay algo que pueda hacer diferente para mejorar. Así aprendí lo importante que es el control de infecciones y realizar vendajes con una técnica aséptica para no contaminar las heridas. También tengo mucha práctica. Hago casi mil vendajes por año «.

-«Wow, ¡eso es muy impresionante!» le respondí, «¿Cómo llegaste a trabajar para MSF?

-«Ah, es una larga historia», dice y sonríe…

Violencia en Ngala

-«Vengo de un lugar llamado Ngala, ubicado a 150km de distancia de Maiduguri” empieza Bukar. “Vine aquí a estudiar para convertirme en enfermero en 2013. Después de eso, volví a casa.»

Su cara adopta algo de seriedad y se detiene un poco para encontrar las palabras adecuadas. 

-“Pero en 2014 el conflicto en el estado se empeoró drásticamente. Un día, un grupo armado llegó a mi pueblo y comenzaron a disparar a todo lo que se movía. Hombres, mujeres, niños, gallinas… todo. Todos corrían hacia cualquier dirección para evitar recibir un disparo, pero muchos no sobrevivieron. ¡Fue horrible! Me separé de mi familia en ese momento. Seis personas y yo logramos escapar hacia el oeste y caminamos durante varios días, siempre asustados de que nos encuentren los hombres armados, pero finalmente llegamos a Maiduguri. Aquí, ingresé a un campo para personas internamente desplazadas. Fue un momento difícil.

-“Oh, no lo sabía, Bukar,” respondí, “de verdad lo siento. Pero, ¿qué pasó con tu familia?

-“Lograron escapar yendo hacia el este, por la frontera de Chad. Mi padre murió en Chad, se enfermó en el campo donde estaban” continúa. «Pero mi mamá, mis hermanos y hermana han logrado mudarse aquí. Ahora tenemos nuestro hogar en Maiduguri.”

Brote de cólera

-“Lo siento mucho, Bukar,” Le dije, “pero me alegra que te hayas reunido con el resto de tu familia. ¿Cómo es que empezaste a trabajar para MSF?”, le pregunté.

-“¡Oh, sí! Un día en 2015, un médico que conocía de la época en que realizaba mis estudios. En ese momento él trabajaba en un hospital de tratamiento de cólera gestionado por MSF. Tenían a muchos pacientes con deshidratación grave que necesitaban rehidratación intravenosa. Sin embargo, conseguir meter una cánula en sus venas era muy difícil. El doctor sabía desde antes que yo era muy hábil en ello, así que me pidió que fuera a ayudarlos. Lo hice y fui todos los días al hospital, que estaba abarrotado durante el brotecentro_de_tratamiento_de_colera_msf244071.jpg

Centro de tratamiento de cólera en Nigeria

Un centro de cólera de Médicos Sin Fronteras en Maiduguri. © Musa Yahaya/MSF

«Después de dos meses, el director del hospital vino a hablar conmigo y me dijo que ellos pensaban que estaba trabajando para el Ministerio de Salud, pero que no podían encontrarme en su registro. Les contesté que no lo estaba y que solo estaba allí para ayudar y tener algo que hacer. Al día siguiente tuve una reunión con el coordinador de proyecto de MSF y firmé mi primer contrato temporal… y desde entonces he seguido trabajando para la organización en diferentes proyectos. Poco después, también comencé a encargarme de hacer los vendajes.”

No pude hacer nada más que quedarme allí parado con la boca abierta y sacudiendo la cabeza. Luego nos reímos juntos.

-«¡Eres simplemente increíble, Bukar!», le dije.

Una infección

Pero entonces uno de los pacientes llamó nuestra atención.

Una niña de cinco años, Hafsat, había caído sobre un trozo de metal, cortándose la frente. La habían suturado, pero probablemente no con una técnica limpia porque había llegado al hospital con una infección. Habíamos retirado las suturas, drenado el pus y limpiado la herida, que se curó y pudo ser suturarada de nuevo.

Ahora ha regresado para quitarse los puntos, ¡e incluso se había maquillado para la ocasión!

Después de que terminaron, Bukar vino y llamó mi atención. Pensé que quería que revisara la cicatriz, pero puso una muñeca en mi mano. Lo miré con una expresión ligeramente confundida.

«Creo que deberías darle esto a Hafsat,” dijo y sonrió.

Yo fui quien inyectó la anestesia local la primera vez que le limpiamos la herida infectada y después de eso ella ya no me tenía tanto aprecio. Entonces, fui a revisar la cicatriz y después de confirmar que se veía bien, saqué una muñeca de mi bolsillo.

Las comisuras de su boca casi llegaron a sus oídos, pues la pequeña emanó una sonrisa enorme. Sus ojos brillaron y su padre reía.

Bukar y yo nos miramos de reojo. Estas son las pequeñas cosas que realmente importan.

La columna vertebral de Médicos Sin Fronteras

Las personas como Bukar, que provienen de la comunidad y trabajan en los proyectos de principio a fin, son la columna vertebral de MSF. El personal internacional como yo, por lo general llega a estos lugares por periodos muy cortos y puede contribuir con su experiencia, con innovaciones, control de calidad y orientación… pero el verdadero trabajo duro suele ser realizado por personal local como Bukar.

Sin personas devotas como él, que cuidan a los pacientes con tanta consideración, MSF no sería lo mismo


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