Ser enfermera en un campo de refugiados: «Ni puedo controlar una diabetes»

La enfermera Ángeles Cabria relata a Redacción Médica cuál es la «penosa situación» en la Isla de Qhíos (Grecia)

La enfermera Ángeles Cabria; que ha participado en la Caravana Abriendo Fronteras este verano, ha querido compartir su experiencia como profesional sanitaria en la isla griega de Qhíos, donde ha prestado asistencia durante cinco meses este año.

De la mano de la asociación Salvamento Marítimo Humanitario, Cabria ha puesto en práctica sus conocimientos como enfermera en la clínica del campo de refugiados de Vial, en Qhíos, donde atienden a las personal en búsqueda de refugio desde un contenedor. «Las condiciones de habitabilidad y alimentación son penosas. Su dieta no cumple para nada los mínimos nutricionales y no es un lugar de refugio», denuncia.

«La atención que damos en la clínica es Atención Primaria y Atención de Emergencias. Llegan personas de más de 40 nacionalidades y se vive en situación de hacinamiento, lo que multiplica la presión y las personas están en una situación mayor de vulnerabilidad de su salud», relata Cabria, que añade: «Vienen en condiciones de maltrato, de torturas, de violaciones, con shock post-traumático muy importante. El tema de salud mental es prioritario y hay muy pocos recursos», lamenta.

Graves problemas en salud mental

La tensión emocional que viven estas personas hace que se agudicen las patologías. «La salud mental es importantísima, hay un par de psicólogos y una trabajadora social, que es mínimo para todo el trabajo que hay porque cada persona tiene una situación mental particular que atender», relata la enfermera, preocupada, sobre todo, por la gente más joven.

«Entre los adolescentes hay muchas automutilaciones, intentos de suicidio y situaciones de crisis de pánico todos los días», explica Cabria, que especifica que suele haber más casos entre los varones. «Cuando llegan a la isla vienen contentos de haberse salvado y luedo descubren lo que es el mal vivir en el campo de refugiados y se dan cuenta de que están atascados. Con un pasado atroz y un presente y futuro muy duro».

Además, los profesionales voluntarios en Grecia tienen especial dificultad para tratar las enfermedades crónicas al no tener acceso a los medicamentos que los refugiados tomaban en sus países de origen. «Aquí, por ejemplo, controlar una diabetes es casi imposible teniendo en cuenta la pésima alimentación que hay, donde todos los días, para comer, hay arroz con salsa y una especie de carne sospechosa; a veces con moho. De noche, siempre cenan patata cocida y por la mañana les dan un zumo con un bollito industrial», lamenta la enfermera.

Guardias y Farmacia

Los profesionales que trabajan con la asociación también hacen guardias de 24 horas en días alternos. «Ahí atendemos las llamadas para emergencias que hay desde el campo de Vial y las llegadas a la costa de las barcas, a cualquier hora del día o de la noche», relata la mujer, que también ha atendido a las personas migrantes que residen en dos centros en la ciudad, uno de menores no acompañados y otro de mujeres en situación de vulnerabilidad

La situación para las personas en busca de refugio se ha recrudecido ante los últimos cambios políticos, según narra la enfermera. Hasta el cambio de gobierno de Grecia, podían sacarse una tarjeta de salud para tener un número de la seguridad social con la que poder ser atendidas en la sanidad pública o para acceder a los fármacos, explica Cabria, que añade: «También en especialidades si el caso es grave. En esta situación, van a Atenas o Tesalónica para ser atendids. Ahora la derecha lo ha cortado y no van a tener la tarjeta», denuncia.

En el campamento, explica, hay una farmacia pero está muy limitada. «Salvamento Martítimo Humanitario compra diariamente fármacos necesarios pero el coste es alto y no se pueden cubrir todas las necesidades, a veces no se tiene el medicamento exacto que estaban tomando, por ejemplo». 

Aunque Cabria no está trabajando actualmente en Grecia, la información que le llega sobre la situación que viven los migrantes no es buena. «En verano, aquéllo es un horno. Igual que estábamos con muchísimo frío en invierno, ahora hace mucho calor y la situación se recrudece». Además, hay más llegadas de barcas entre Lesbos y Samos, por lo que hay más problemas de hacinamiento, relata. 

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