Entre la consulta y el triatlón, así es la lucha de una MIR albina y ciega

Susana Rodríguez, campeona del mundo de triatlón, desempeña su labor como médica con una ceguera del 95%

Susana Rodríguez siempre lo ha tenido más difícil que los demás. Esta gallega albina nació con una ceguera del 95 por ciento, algo que no le frenó a la hora de dedicarse a lo que quería: la Medicina. En estos momentos, desarrolla su actividad profesional como MIR en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela en la especialidad de Medicina Física y Rehabilitación. Por si fuera poco, compagina su labor como médica con el deporte profesional, en el que ha cosechado grandes éxitos. Es la vigente campeona del mundo en triatlón paralímpico y ha conseguido la cuarta plaza en el reciente Mundial de Atletismo para la prueba de 1.500 metros. 

Con semejante background, pareciera que el resto de los mortales hubiéramos perdido nuestro tiempo de mala manera todos estos años. «Entreno por las tardes unas tres horas todos los días salvo algún día que trabaje en ese turno. Trato de aprovechar los fines de semana para poder salir en el tándem, que durante la semana lo tengo más complicado. Hago el MIR en Santiago de Compostela y los entrenamientos para los que necesito deportistas de apoyo los tengo que hacer en Vigo, lo que implica ir de aquí para allá en el tren», explica Susana a Redacción Médica.

Sobre su forma de organizarse, pasa «de 8 a 3 en el hospital y suelo entrenar por la tarde de 6 a 9. Algunos días, cuando estoy en Santiago, también hago bici antes de ir al hospital, de 6 a 7. Además, cuando hay algunas concentraciones puedo acudir a ellas gracias a la Ley del Deporte«. 

La médica que no ve a sus pacientes


«Estoy acostumbrada a tener que esforzarme para conseguir las cosas, es mi día a día»

Reconoce que no lo ha tenido fácil, ni en el hospital, ni en el deporte, ni en muchos aspectos de su vida: «El albinismo es algo que tú entiendes, sabes que eres diferente y aunque en alguna etapa de la vida pueda generarte algún problema, sobre todo en la infancia y la adolescencia, porque los niños son bastante crueles, son cosas que aprendes a gestionar. Sin embargo, la agudeza visual es algo con lo que convives día a día y te hace tener dificultades incluso en las cosas más simples«.

Susana Rodríguez en el Campeonato de España de paratriatlón.

La ceguera es, además, una discapacidad muy limitante en una profesión como la médica. «Te condiciona para algo tan básico como trabajar con el ordenador, que a día de hoy es tan utilizado en consulta. Necesitas una adaptación y el proceso de instalarla, que a priori no es algo difícil, puede tardar mucho tiempo. En el mundo de la Medicina hay poco índice de profesionales con una discapacidad, cuanto menos visual. Yo, en cierto modo, lo entiendo. A veces un paciente te observa raro. Estoy acostumbrada a tener que esforzarme mucho para conseguir las cosas, quizá más que los demás, sé que es algo que siempre va a ser así, es mi día a día».

Para Susana lo más difícil de su profesión no son los desencuentros que pueda tener con algún paciente, sino la incapacidad de realizar ciertas técnicas que conoce a la perfección pero que su ceguera le impide realizar. «El peor momento es en el que sé que hay una técnica que no puedo realizar. Es algo difícil. Tener que recurrir a alguien del equipo para hacer alguna intervención retrasas el proceso asistencial».

Estudiando el MIR, los años difíciles


«Mi abuela se puso enferma y prioricé estar con ella. Una persona que quieres está siempre por delante del MIR»

Una de las etapas más difíciles en la vida de Susana fue la preparación para el MIR y el examen no fue, precisamente, su mayor obstáculo. «La etapa en la que me preparaba para el MIR fue un poco atípica. Preparé el MIR a la vez que preparaba los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Tuve que combinar los cuadernos y simulacros de la academia MIR donde lo preparé con entrenos y viajes a Sudáfrica, Italia, Río de Janeiro, Chicago, concentraciones en Sierra Nevada… Mi abuela se puso muy enferma y llegó un momento en que prioricé estar con ella a estudiar, porque al final el MIR lo hay todos los años y una persona que quieres está siempre por delante«. 

A pesar de esta difícil situación personal, consiguió aprobar el examen a la primera y elegir la especialidad que deseaba, Medicina Física y Rehabilitación.»Es muy desconocida en el sector médico, hay compañeros que no saben a qué nos dedicamos. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes. Es una especialidad que está relacionada con el mundo de la discapacidad y es la que se adaptaba más a mis problemas de agudeza visual, por lo que puedo realizar la mayor parte de las tareas que se exigen».

Considera que aunque la formación sanitaria especializada está a un gran nivel en España, «son unos años que están para aprender y muchas veces es inevitable que la circunstancia del día a día haga que no se pueda dedicar tanto tiempo a la docencia como sería necesario». En cuanto a su vocación por la Medicina, es algo que lleva en los genes. «Mi padre es anestesista, le veía llegar a casa de trabajar por la noche y siempre le preguntaba qué había hecho, qué hacía en las guardias, le llamaba durante ellas para que me contase qué tal iba… Siempre tuve mucha curiosidad por su trabajo».

La vocación deportiva

Susana Rodríguez con sus compañeros de equipo del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).

Susana empezó a hacer triatlón cuando estaba en la mitad del primer año de Medicina. «Había pasado el primer cuatrimestre, me había ido bien, quise empecé a entrenar un poquito y me fui metiendo en este deporte. Yo había hecho atletismo y natación y empecé muy poco a poco, de manera muy progresiva. El triatlón es un deporte que requiere mucho tiempo porque tienes que estar bien en tres modalidades pero para entrenar se hace muy llevadero en el sentido de que ningún día es igual al anterior».

«Me gusta nadar, correr, la bici, darlo todo en cada entrenamiento… Supongo que porque detrás tengo unos objetivos importantes. De hecho yo fui entrenando cada vez más y más fuerte y exigiéndome más a medida que me fui poniendo metas más altas. Quizás mi día a día es duro, pero lo aguanto porque tengo la oportunidad de ir a mis segundos juegos y pelear en Tokio por una medalla». 

Esta MIR triatleta encuentra similitudes entre las dos pasiones de su vida, el deporte y la Medicina: «Se parecen en la constancia que ambos requieren. En el deporte para mejorar y mantenerte tienes que entrenar y en la Medicina tienes que mantenerte al día, revisar estudios, etc.». Su objetivo cuando termine la residencia es trabajar en el mundo de la rehabilitación de personas con discapacidad y en el mundo del deporte paralímpico. Ver mejorar a sus pacientes es lo que más le llena día a día: «Cuando ves a un paciente el primer día con una limitación o un dolor y vas viendo su evolución, sobre todo en aquellos casos en los que la persona recupera sus habilidades previas o prácticamente las recupera, es muy gratificante«.

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