El Dr. Triskier, médico psiquiatra del Departamento Infanto Juvenil de INECO, afirma que existe evidencia que demuestra que los adolescentes no son irracionales.
Luego de los festejos de fin de año se ha observado un incremento en el número de contagios por COVID 19. En paralelo, se difundieron imágenes en las que se ven multitudes de jóvenes compartiendo eventos sin respetar medidas de protección, lo cual generó un malestar en la opinión pública. Esto trajo como resultado una tendencia que demoniza y culpabiliza a los jóvenes por dicho incremento de casos, tras la ausencia de los cuidados sanitarios recomendados.
La estigmatización de los jóvenes es un fenómeno habitual en el cual se identifica a la totalidad de un colectivo con un rasgo particular que conlleva consecuencias tales como la segregación, la discriminación o la atribución de culpa. En relación con esto último, se les adjudica un sentimiento de omnipotencia e irracionalidad propios de la edad.
Sin embargo, el Dr. Triskier, médico psiquiatra del Departamento Infanto Juvenil de INECO, afirma que existe evidencia que demuestra que los adolescentes no son irracionales, no desconocen los riesgos ni se sienten omnipotentes, sino que, más que subestimar los riesgos, los sobredimensionan.
La justificación científica explica que durante la adolescencia, los circuitos cerebrales responsables de la regulación de los impulsos se encuentran aún en desarrollo, sin completar su maduración hasta entrados los 20 años. El cerebro de los adolescentes no responde al contexto de la misma forma que los adultos y muestran una mayor sensibilidad a la recompensa inmediata. Sobre esto último, Triskier agrega: “No se trata de una falta de conocimiento acerca de los riesgos, sino de la posibilidad de controlar su conducta cuando se encuentran en ciertos contextos propicios para lo novedoso, la búsqueda de sensaciones, potenciados por la compañía de pares.”
Siguiendo esta línea, el profesional resaltó que es propicio reconocer que los adolescentes y jóvenes no fueron tenidos en cuenta por la opinión pública durante los largos meses de aislamiento. “A pesar de que en los medios de comunicación se difundieron mensajes destinados al cuidado de las personas mayores, personas de riesgo y niños, no se dieron a conocer consideraciones especiales para los jóvenes durante estos meses. Fueron invisibles, los olvidados de la pandemia”, afirma el médico psiquiatra.
En efecto, numerosos estudios revelan que no sólo los adultos sufren consecuencias psicológicas como resultado de la pandemia, sino que existe también un gran impacto psicológico que las medidas de aislamiento y distanciamiento generaron entre jóvenes y adolescentes. Tal es así que se conoció un relevamiento realizado conjuntamente entre INECO y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en adolescentes durante la pandemia, el cual dio cuenta de la sensación de no ser escuchados. Sumado a ello, se expresaba que la información que habían recibido era confusa y, en algunos casos, contradictoria o con incoherencias entre los informes oficiales del gobierno/instituciones y lo que veían compartido en las redes sociales.
Teniendo todo esto en consideración, el profesional Infanto-juvenil recomienda que, en lugar de intentar cambiar a los adolescentes, se debería intentar cambiar el contexto en el que se juegan sus inclinaciones naturales para asumir riesgos. Asimismo, “la coherencia en las conductas de los adultos, la transmisión de mensajes claros, el sostenimiento de una política de toma de decisiones y el establecimiento de estrategias comunicacionales efectivas que los incluya deberían ser temas que se incorporen en agenda”, concluye el Dr. Triskier.
Fuente : http://www.consensosalud.com.ar