Feliz Día del Pediatra y por qué se celebra el 20 de octubre !

La fecha de reconocimiento se estableció en 1973 durante el Congreso Mundial de Pediatría, en honor a la fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), una de las más antiguas del país.

Cada 20 de octubre se celebra en Argentina el Día del Pediatra, una fecha que conmemora a los profesionales que acompañan el crecimiento de los más chicos.

En ese sentido, la comunidad médica reconoce el trabajo de una de las profesiones más importantes para la sociedad por su atención a los niños. De hecho, también cumplen una función esencial para el acompañamiento de cada una de las familias, en especial, durante cinco períodos:

  • Recién nacido (hasta las 4 semanas).
  • Lactante (1 hasta 12 meses de vida).
  • Preescolar (1 a 6 años).
  • Escolar (6 a 12 años).
  • Adolescente (12 a 18 años).

Se estima que actualmente la  Sociedad Argentina de Pediatría cuenta al menos con 19.000 pediatras afiliados en toda Argentina.

Las pediatras de la antigüedad

Por otra parte, en la antigüedad, la pediatría no existía como disciplina. En aquel entonces, quienes se ocupaban y tenían responsabilidad en la salud eran las madres y las llamadas «comadronas». Este panorama se mantuvo hasta el siglo XV, cuando comenzaron a considerarse las enfermedades de los menores de edad como una especialidad que dio origen a la misma.

Aquellos especialistas son quienes se encargan del seguimiento sobre la salud neonato en los primeros meses de vida, así como también de la prevención de enfermedades. Además, realizan diagnósticos y tratamientos de enfermedades en bebés, niños y adolescentes.

EL ROL DEL PEDIATRA EN LA ACTUALIDAD

Los problemas del niño y sus derechos humanos individuales están implícitamente comprometidos y en riesgo en cada consulta que requiere atención médica.

En la era post moderna la atención de la salud infantil ha experimentado cambios ocasionados por los adelantos tecnológicos, el crecimiento demográfico, las migraciones internas y externas, con las secuelas que provoca la transculturalización y desarraigo en individuos y familias pertenecientes a comunidades minoritarias.

Las crisis sociales y familiares impactan en niños y adolescentes.

Cotidianamente, el pediatra en forma consciente o no, voluntaria o involuntariamente, con intención  o sin ella, ya se sea por las circunstancias o por las características de su relación con el niño, se ve obligado asumir un rol que implica transformarse en mediador y muchas veces en enlace entre las diversas díadas y triadas constituidas por el niño y su madre , el niño y los padres, el niño y sus hermanos, el niño y su escuela, y el niño con otro profesional con el cual comparte el cuidado o la rehabilitación de algunos  aspecto de su salud física y mental 

Los pediatras experimentados no dudan  en relacionar el proceso salud-enfermedad, del niño u adolescente con los problemas psicosociales que le suceden a la familia: violencia, inseguridad, separación de los padres, desocupación laboral, problemas de escolaridad, etc, etc; estos datos son imposibles de desconocer en la consulta, de lo contrario se podrían lamentar oportunidades perdidas. 

Es imposible disociar los problemas del niño con sus derechos humanos individuales, que están implícitamente comprometidos y en riesgo en cada consulta que requiere atención médica.

El acto médico pediátrico según el Dr. Carlos Gianantonio, prestigioso pediatra ya fallecido, implica una circunstancia ética y en ella se deben considerar 4 instancias:

  • Cuáles son las indicaciones para la intervención médica.
  • Cuáles son las preferencias del paciente y la familia.
  • Qué modificación de la calidad de vida del niño provocaron el accionar pediátrico.
  • Cuáles son los factores externos que involucran el acto médico.

Es fundamental que el pediatra confronte y devuelva al lugar que corresponde a esas lecciones de “paternidad básica” y aclare un elemento que es fundamental para brindar seguridad a los padres en su tarea: ningún “experto” ni ningún consejo superará aquello que el vinculo afectivo y la intuición parental les conceden como privilegio exclusivo respecto de la crianza de sus hijos.

 “los padres deben enfrentar solo una imposibilidad: la de su propia patología”. 

Nadie les enseño a ser padres, pero nadie más que ellos tendrá una posibilidad mejor para hacerlo. Hay una máxima atribuida a Confucio es lapidaria al respecto: “los padres deben enfrentar solo una imposibilidad: la de su propia patología”.

De modo que los padres normales más que necesitar pautas, lo que requieren es una conversación sobre sus dudas con el pediatra, que -insistimos- es el profesional que mejor conoce al niño y por ende el que mejor puede guiar, al menos inicialmente, a los padres, para reafirmarse en su rol y recibir orientación en aquellas esferas donde es más fácil equivocarse, o prejuicioso en el momento de dar consejos o solución a sus hijos. La conducta automática del pediatra es actuar siempre de la misma manera según un modelo incorporado del pre grado. Se trata de modificar esta forma de actuar según el ambiente en donde se desarrolle y esto significa tomar conciencia del cambio

Cuando atiende en su consultorio el pediatra debe modificar entre otros aspectos lo siguiente:

  • El lenguaje verbal y escrito: El que recibe las indicaciones y las aplica en este caso es la familia, que primero debe entender el problema, motivarse por la estrategia de intervención recomendada y finalmente quedar en condiciones de seguir las indicaciones sugeridas.
  • Las decisiones clínicas en la consulta ambulatoria: las decisiones se deben tomar en el momento de la consulta y con los elementos que allí cuentan. Esto significa que el pediatra despliegue todo sus conocimientos y habilidades clínicas, con el fin de no cometer errores. Se trata de un acto de gran intensidad, donde en 20 o 30 minutos se debe completar el ciclo historia-examen-diagnóstico-conducta y educación.
  • Los fundamentos clínicos: como consecuencia del punto anterior es importante que el pediatra sustente sus decisiones sobre bases solidas y racionales, que favorezcan siempre el mejor beneficio posible para el paciente. Esto obliga a un estudio sistemático de los problemas que enfrentan, buscando información de las mejores evidencias disponibles (medicina basada en evidencias) y la aplicación razonable para cada situación particular de esas evidencias. Para facilitar esta práctica es recomendable la conformación de equipos que le den formalidad y continuidad necesaria.

Sociedad Argentina de Pediatría https://www.sap.org.ar/

Deja un comentario