100 años de lucha a favor de la justicia social

Para celebrar el comienzo del año del centenario de la OIT, retomamos la historia y el impacto de la Organización, y la manera en que se prepara para su segundo siglo de actividad.

GINEBRA (OIT Noticias) – Imaginemos un mundo sin fines de semana, sin una jornada laboral limitada a ocho horas, sin edad mínima para trabajar, sin protección para las trabajadoras embarazadas ni para los trabajadores vulnerables. 

Este podría ser su lugar de trabajo si no existiese la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 

Creada en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, la OIT se prepara a celebrar sus 100 años  de acción a favor de la justicia social. 

Es fácil olvidar hoy día cuán radical era la idea detrás del mandato de la OIT, como lo resume el Preámbulo de su Constitución: “La paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social”. 

Igual de revolucionaria era su estructura, al reunir gobiernos, trabajadores y empleadores a fin de definir las normas del trabajo. Esto fue descrito más tarde por el Presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt , como un “sueño loco”. 

Cuando fue fundada la OIT, había una comprensión cada vez mayor de la interdependencia económica del mundo, así como de la necesidad de cooperar a fin de evitar que la creciente competencia mundial empeorara las condiciones de trabajo. Como se lee en la Constitución: “… si cualquier nación no adoptase un régimen de trabajo realmente humano, esta omisión constituiría un obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte de los trabajadores en sus propios países”. 

Esta visión fue inscrita en las fundaciones de la OIT, en sentido literal. En 1926, cuando la OIT se mudó a sus primeros locales construidos específicamente para ella, a orillas del Lago de Ginebra, la piedra miliar fue grabada con la expresión latina, Si vis pacem, cole justician (Si deseamos la paz, cultivemos la justicia). Las puertas oficiales del edificio reflejaban también la unicidad de la OIT. Para abrirlas, eran necesarias tres llaves, simbolizando la misma contribución que aporta cada uno de los tres grupos de mandantes. 

Pero, aún antes de la mudanza, la OIT ya había cambiado la vida laboral de millones de personas. 

En 1919, la primera Conferencia Internacional del Trabajo  (CIT) – la reunión de los mandantes  – celebrada en Washington DC, adoptó seis Convenios Internacionales del Trabajo abarcando importantes cuestiones laborales, como las horas de trabajo  en la industria, el desempleo , la protección de la maternidad , el trabajo nocturno de las mujeres, la edad mínima  y el trabajo nocturno de los jóvenes  en la industria. 

Con el estallido del conflicto en Europa a finales de los años 1930, la OIT se transfirió temporalmente a Canadá, convirtiéndose en una de las pocas organizaciones internacionales que se mantuvieron activas ininterrumpidamente durante la Segunda Guerra Mundial. 

En mayo 1944, cuando la guerra estaba por terminar, la OIT adoptó la Declaración de Filadelfia . Esto reafirmó la visión de la OIT y definió un conjunto de principios centrados en los derechos humanos para “responder a las aspiraciones suscitadas por las esperanzas de un mundo mejor”. 

El énfasis de la Declaración en los derechos humanos daría más frutos, con una serie de normas internacionales del trabajo – Convenciones jurídicamente vinculantes y Recomendaciones facultativas  – sobre la inspección laboral, la libertad sindical, el derecho a organizarse y a la negociación colectiva, la igualdad de remuneración, el trabajo forzoso y la discriminación. 

En el período posterior a la guerra, la OIT experimentó otro cambio: la expansión del número de sus miembros. Los países industrializados pasaron a ser una minoría, superados por las economías en desarrollo y, con ello a la característica esencial de la OIT, el tripartismo, se agregó una segunda, la universalidad. 

En 1969, en su 50.o aniversario, la OIT recibió el Premio Nobel de la Paz . Otro hito lo constituyó la Declaración de la CIT que condenaba el Apartheid, adoptada por unanimidad, en 1964, convirtiendo a la OIT en una de las primeras organizaciones en imponer sanciones a Sudáfrica. 

En los años 1980, la OIT también desempeñó un papel decisivo en la emancipación de Polonia de la dictadura, apoyando plenamente la legitimación del sindicato independiente Solidarnosc. 

Cuando se acercaba el final del siglo XX, el papel de la OIT siguió evolucionando para adaptarse a las necesidades del mundo del trabajo, en particular con el avance irrefrenable de la globalización. Las solicitudes de asistencia se ampliaron para abarcar cuestiones muy diversas incluidas los derechos de los pueblos indígenas , el sida/HIV en el lugar de trabajo , los trabajadores domésticos  y los trabajadores migrantes 

La Organización promovió el concepto de Trabajo Decente  como un objetivo estratégico del desarrollo internacional, junto a la promoción de una globalización justa. Cuando la Agenda 2030 de desarrollo sostenible  y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) fueron adoptados formalmente por la comunidad internacional, el trabajo decente era un componente fundamental, en particular para el Objetivo 8  dirigido a “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”. 

Enero 2019 tendrá lugar el lanzamiento del informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo . Esto dará inicio a un año de eventos mundiales para celebrar los logros del primer siglo de la OIT y proyectarse hacia el siguiente. 

Es evidente que la primera organización centenaria de la OIT no tendrá tiempo para dormirse sobre los laureles. 

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